Crítica de 'Pig': Nicolas Cage desentierra la trufa de su talento

Y ahí se acaba la broma, pues tenemos delante a Nicolas Cage , muy conocido por sus películas horribles y violentas; pero, ¡sorpresa!, Sarnoski trenza una historia muy seria, sin apenas violencia al uso ni acción, con un tratamiento profundo de ese personaje ermitaño al que irá deshilando y revelando mediante un desarrollo narrativo dramático e interesante: pildorea la información sobre Rob (Nicolas Cage) para que el espectador se mantenga con la nariz alerta, como la cerda trufera.

Sin entrar en otros detalles del personaje que los evidentes desde el principio, Rob está solo porque murió su esposa, a la que aún venera y escucha su voz en una vieja cassette, y Rob abandonó su profesión de cocinero reputado, el mejor, y vive entre el dolor, el olvido y el amor a las trufas y a su compañía animal. Como se puede sospechar, el trabajo interpretativo de Nicolas Cage es complicadísimo, en equilibrio entre la sensatez y la demencia, entre lo creativo y sublime de su arte culinario y un delirio explosivo que no controla. La película, además, se beneficia de unos efluvios ‘indies’, de una planificación y una estética particular y de un interés por presionar las costuras de lo dramático.