Suscríbete a
ABC Cultural

Crítica de Juego de ladrones: «Rififi» de machotes

El debutante guionista y director replica el modelo creado en películas como la dirigida por Jules Dassin en esta crónica de sucesos, sin ninguna adición de interés

ANTONIO WEINRICHTER

Hace más de medio siglo «Rififi» creó el molde: el gran atraco perfecto, con mucho énfasis en los detalles y los planos y los planes que un equipo delincuente de relojes altamente sincronizados ejecuta a la perfección pero que después acaba… ya saben, con alguna ... forma de ironía homérica, como aquel tesoro de Sierra Madre. Mucho después una película como «Heat» contó en paralelo, como para equipararlos, los procedimientos de los ladrones pero también de los polis que se encargan de perseguirlos. Este modelo es el que replica el debutante guionista y director de esta crónica de sucesos, sin ninguna adición de interés. Bueno alguna tiene. Todos, los buenos y los malos, y aquí los polis presumen de ser más malotes que los otros, son unos machotes vigoréxicos que exudan, o sudan, tanta testosterona que uno acaba agobiado como si le hubieran tocado en el asiento de al lado en un avión. Son tan brutos que no cabrían ni en el equipo A, son al héroe de acción urbano lo que el porno al erotismo S. Y son, o lo es alguien del equipo, fetichistas de las armas automáticas: la Asociación del Rifle puede programarla en sesiones matinales dobles con «300»; el prota es el mismo, un victormature llamado Gerald Butler, pero todos los demás parecen igualmente hormonados. A quien esto no le moleste, o le excite, tampoco le preocupará que la secuencia fuerte, el gran atraco, tarde en llegar, y sea un tanto morosa, además de un tanto implausible.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia