Esta película lo tenía todo para ser repelente. El prefijo de «mala», que es como en los 80 el de «loca»: mala madre, mala profesora, mala chica… garantía de mala película. Y segundo, el tema navideño que no falla nunca en el cine americano, como ... en esos anuncios que ya saben (están al caer): en Estados Unidos, parece, todo el mundo se marcha de compras, decora la casa, se reconcilia con la familia… y se va a ver una película de tema navideño. Como esta: las tres protagonistas, que repiten de una primera entrega que el destino me ahorró ver, se enfrentan a la amenaza de la visita estacional de sus señoras madres, que son las malas (de ahí el título) la película: egoístas, mandonas y castradoras (hmm, ¿se puede usar este tropo freudiano de madre a hija?). En fin, la comedia está servida, vamos a echar unas risas de cuñao…
El caso es que, sin ser buena ni nada que se le parezca y sin privarse de alguna secuencia bochornosa a cuenta de «Santa», la experiencia no acaba de ser tan espantosa gracias al talento del elenco de seis actrices, seis, que lidian con lugares comunes de adviento , bolitas de árbol navideño y chistes ya de rebajas de enero: imposible no adorar a C. Hahn y C. Baranski, M. Kunis consigue hacer su papel en serio y Susan Sarandon de bohemia irredenta tiene un pase. El que no se consuela…
Crítica de El gran desmadre (Malas madres 2): Mami, no vuelvas a casa (por Navidad)
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