Suscríbete a
ABC Cultural

Crítica de La forma del agua: Compasión limpia y sexo turbio

De esta película se sale absolutamente empapado, por su forma de gran alberca y por su contenido acuático

Oti Rodríguez Marchante

Esta funcionalidad es sólo para registrados

De esta película se sale absolutamente empapado, por su forma de gran alberca y por su contenido acuático. Pero, ¿cómo se entra?, desde luego no por las escalerillas de algún borde, sino en plancha, o en «bomba», por su arranque de fábula (voz en off), ... por su reconocible música de Alexander Desplat, por su estética de un futurismo de anteayer, por ese universo retro y fantástico propio de Guillermo del Toro tan propicio a que otros, como Jeunet, reclamen como «propio», y por esos personajes entre la ingenuidad de «Amélie», la delicadeza de Cocteau y la humedad de alcantarilla. La apasionada historia de amor entre una chica solitaria y muda con un ser anfibio de laboratorio está tejida con los mejores hilos del cuento romántico y fantástico, y con unos nudos de astucia que los atan tanto al cine de serie B de hace más de medio siglo (la atmósfera, el doctor enajenado, el villano extremo y caricaturizado…) como al trasfondo social y «correcto» de nuestro presente (de clase, de sexo alternativo, de respeto «al otro», de multicultura, multiespecie y politeísmo, de comprensión y perversión…).

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia