El Sr. Henri comparte piso (**): Sencillo entremés con cascarrabias
Comedia francesa en la que, sin llegar a reírte, tampoco te permite atravesarla con seriedad
Comedia francesa en la que, sin llegar a reírte, tampoco te permite atravesarla con seriedad . Hay un buen texto y varios personajes cliché que exploran con sus peripecias en la juventud, la vejez, el fracaso, la soledad, la rutina matrimonial y las vocaciones frustradas.
La película (basada en un texto teatral) posibilita el antinatural cruce de un anciano viudo, quisquilloso e irritante y una joven desnortada que llega a estudiar a París desde la verdulería de su familia en un pueblo de la campiña.
Una porción considerable del argumento está enfocada en el difícil encaje cotidiano en el piso que comparten, y el resto, a establecer zonas de calambre en las relaciones de ella con el hijo y la nuera del anciano. No hay grandes momentos, pero los que hay están muy bien resueltos por la eficacia de Claude Brasseur (un poco en Paco Martínez Soria pero ilustrado y de sensibilidad encubierta) y por la enorme frescura de Noémie Schmidt, que borda un complicado papel y lleno de altibajos emocionales. Y aunque algo trillado, el personaje del hijo, que interpreta con risible evolución Guillaume de Tonquédec, le aporta el toque de ridiculez y ternura necesarios para una fácil reflexión y digestión.
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