Crítica de Desenterrando Sad Hill: Por un puñado de lápidas
«Aparecen los grandes protagonistas de aquella historia: desde el testimonio grabado del desaparecido Sergio Leone al mismísimo Clint Eastwood»

Con la mitad de películas que Kubrick, Sergio Leone es uno de los grandes directores que ha dado el cine. El italiano se hizo grande en Almería, con su particular mezcla de pasta, balas y Clint Eastwood. Medio siglo después de uno de sus hallazgos, «El bueno, el feo y el malo», llega un documental que descubre el rastro perdido que dejó en Burgos: un cementerio sin muertos, fantástico y lúgubre atrezo. Soprende que aún aparezcan en España legados «arqueológicos» de este calibre. Asombra que un puñado creciente de aficionados sin dólares , llegados de toda Europa, lo desenterrara casi a cucharadas. Pero lo que resulta del todo increíble es el dispendio de tenacidad y tiempo que el director Guillermo Oliveira le dedica al asunto. En su película documental aparecen los grandes protagonistas de aquella historia y figuras relevantes del arte: desde el testimonio grabado del desaparecido Sergio Leone a las intervenciones de Joe Dante, Ennio Morricone, James Hetfield y el mismísimo Clint Eastwood, que acabó cediendo a la tozudez del joven director tras incontables llamadas y visitas.
« Desenterrando Sad Hill » tiene la decencia de poner en el mismo plano a los descubridores del tesoro de lápidas y expone con pasión la cara más amable del fenómeno fan. En su entusiasmo contagiado y contagioso, quizá le falte pulso con la tijera. En todo caso, es un delito menor que compensa con creces una sola de las anécdotas que cuenta la película: lo que ocurrió con la escena de la voladura del puente. El espectador puede apadrinar una lápida o pagar la entrada y ver la película. O las dos cosas.
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