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ABC Cultural

El crack cero

Crítica de «El crack cero»: Redondo, completo, definitivo, perfecto

Garci lo afina tanto y fluye y vuela tan rápido que se da de bruces con la espalda de sí mismo, con Germán Areta y hasta con el propio Landa para hacer una película redonda, meritoria de ese cero del título

Carlos Santos en «El crack cero»
Oti Rodríguez Marchante

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Cualquiera que sepa de verdad lo que son cuarenta años, sabrá también que, una vez transcurridos, encontrarse no ya un rastro de sí mismo, sino un leve vestigio de entonces, solo puede ser producto de un entusiasmo extremo y de una jovialidad crónica. Ya sabrá ... el lector que José Luis Garci afronta el cierre de su trilogía sobre «El crack» , y lo hace con una operación diabólica de sumas y restas: los casi cuarenta años más que tienen él y ese Madrid en el que respira la historia, y los muchos ingredientes menos con los que ya no podía contar (son muchos, pero se resumen en la ausencia de Alfredo Landa, Germán Areta para la eternidad ). El título elegido, además de una genialidad, es de una elocuencia abrumadora, «El crack» antes del primero, lo que en jerga cinematográfica se conoce como «precuela», y puede recoger así la historia unos años antes, con un Germán Areta más joven (otro actor, Carlos Santos) y un relato que inaugura, en vez de concluir.

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