Crítica de 'Código Emperador': Un James Bond de verdad

Luis Tosar nos guía por las cloacas del Estado, en un relato verosímil de los servicios de inteligencia y sus tentaciones

Luis Tosar y Miguel Rellán en 'Código Emperador' Vaca Films

17/03/2022
Actualizado 19/03/2022 a las 13:54h.

Las cloacas huelen mal, pero son necesarias, también las del Estado, que luego se pueden utilizar para los fines más perversos. La tentación tiene que ser irresistible, mayor aún que la de un político o un poderoso con tarjeta 'black'. Como pocero protagonista, 'Código Emperador' nos presenta a Luis Tosar , un agente para todo, del que sabemos lo justo. Lo único evidente es que tiene demasiado trabajo y licencia para varios pecados capitales, como un James Bond sin glamour, pero de verdad. También sabemos que en cuanto deje de obedecer a ciegas y empiece a hacerse preguntas, quizá no le gusten las respuestas.

Uno de los aciertos y de los problemas de la película es que las 'misiones' se superponen y nos muestran a un superhéroe pluriempleado . La presentación del personaje es efectiva, pero ¿hasta ese punto depende el sistema de un solo peón? ¿Cómo puede ser imprescindible su presencia en Panamá y en Madrid a la vez? A muchos les costará seguir tantos hilos sin enredarse, pese al esfuerzo evidente para no embrollar la escritura del guion.

Si Jorge Guerricaechevarría no explica más será por algo. No conviene arrojar demasiada luz sobre los rincones peor iluminados, no vayamos a encontrar algo que no queramos. Como 'El Reino' , este es un retrato de claroscuros, insinuaciones y medias palabras. Basta para que el espectador se haga una composición de lugar, difusa pero verosímil, y se enganche a la trama.

La película tiene pulso, de eso no hay duda. Jorge Coira ('Hierro') hace gala de su pegada como director. La puesta en escena es efectiva y, sin necesidad de acelerarse casi nunca, sabe cómo mantener al espectador despierto. En su cine hay algo de lo que hacía Sidney Lumet en los 70 y 80, también después de pulir su estilo en televisión. Es una forma de contar en la que el oficio es mucho más importante que la vanidad.

Lo que se cuenta es tremendo, por otro lado, pero nunca inverosímil . Es una pena, pero es así. El mundo que se nos muestra es casi un Matrix en el que ni siquiera podemos escoger el color de la pastilla. Estamos controlados. Nos manipulan a su antojo, no necesariamente para bien, y nadie escapa a esa vigilancia.

En 'La Unidad' , cuya segunda temporada se estrena este mismo viernes en Movistar+, también atisbamos cómo funciona el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Es buena noticia, aunque cabe la duda de si lo que vemos en ambos casos son los versos sueltos o el sistema, nada poético. Por algún motivo, el cine español le había mantenido un respeto que el americano perdió hace tiempo a la CIA , por ejemplo. Que ahora la ficción se fije en el CNI no deja de ser una muestra de reconocimiento a lo que hasta hace poco nos parecía un país de Anacletos . También en esto es bueno que se ventile el olor a podrido.

Otro mérito al que no es ajeno Coira es que todos los actores brillan. Miguel Rellán es tan grande que nos hace olvidar decenas de papeles cómicos en un par de frases. Nos creemos sin pestañear a Alexandra Masangkay y a Georgina Amorós . Denis Gómez está excelente en el atípico papel de político que parece honrado. De María Botto lamentamos que salga poco. Podríamos seguir un rato.

Entretanto, Tosar se las arregla para mantenerse como el feo más ligón del cine español . Le saca más de veinte años a la chica. Podría ser su padre, pero tampoco se puede decir que la relación chirríe. Esto no es un vídeo educativo ni cabe apelar a la corrección moral en medio de tanta mugre. Que la trama romántica también funcione es en parte por el buen gusto exhibido en todas las escenas, que al igual que las violentas nunca caen en lo obvio. No es solo una demostración de elegancia. Todo eso repercute para bien en la narración.