Crítica de Coco: Combinado perfecto, Pixar, Disney y México
Luz, colorido, musicalidad y alma en lo que es un elogio (que no puede ser casual ahora) al carácter, cultura, folclore y singularidades de México lindo

La asociación en política, la fusión en música, el maridaje en gastronomía, el cóctel en el bebercio…, en fin todo aquello que tanto se busca con la idea de que dos o más elementos se acompañen para un buen funcionamiento. La fundición de las dos más grandes empresas de metalurgia emocional, Disney y Pixar, capaces de extraer lo mejor a los metales nobles de la ilusión y la fantasía, proponen aquí, en su última gran producción, «Coco», un maridaje o reunión especial entre el dibujo animado y la más animosa tradición mexicana. Luz, colorido, musicalidad y alma en lo que es un elogio (que no puede ser casual ahora) al carácter, cultura, folclore y singularidades de México lindo.
La milagrosa técnica de animación más impresionante del mundo se vuelca en un precioso argumento cuya masa no es el americanísimo Halloween, sino el tradicional, multicromado y polisentido Día de los Muertos, esa festividad que tanto honra a los parientes idos como a los familiares quedados. Está en toda la cultura mexicana, y la película lo fusiona como si se hubiera rodado sobre un mural de Diego Rivera , en una página de Juan Rulfo o en la mera casa del Indio Fernández.
Los personajes, un niño que quiere ser músico y su familia de zapateros, que odia la música desde que a la tatarabuela la abandonó el tarambana del marido con una guitarra, y sus causas nobles para llegar al fondo de sus secretos y sus raíces, son el cuerpo de una trama veloz, llena de encantos morales y visuales, y con un recorrido de gran fantasía, enorme sentido del humor, con mucho contenido reverencial y emocional, y con un punto macabro absolutamente llevadero e infantil.
No hay nada en la espléndida «Coco» que la haga poco recomendable a los ojos de un niño, ni a los sentimientos de padres, abuelos o bisabuelos. La pasión por la música y el recuerdo y el respeto por los tuyos, por los todos, es el relleno de esas dos formidables tapas del sándwich que son Pixar y Disney.
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