Crítica de 'De Caperucita a loba': Armas melladas de mujer

Se trata de entender al personaje , a la mujer, o a esa mujer tan llena de dudas, contradicciones, pasiones y situaciones entre lo ridículo, lo patético, lo sentimental y lo meramente humano, y es, por supuesto, la interpretación de Marta González Vega la veleta que indica la dirección de las varias tramas. Es un personaje y una interpretación que asume varios riesgos, entre ellos el de resultar molesto, pues el exceso de frescura e intimidad es una operación matemática difícil de resolver, pero que la actriz desarrolla (poco a poco) hasta hallar el vector de la simpatía.

Es el retrato de una mujer frente al retrato de varios hombres, naturalmente convertidos en cliché sin sangre para producir ‘lecciones’, elecciones y situaciones con gracia, y para ello se elige a unos actores, todos en el área habitual de juego de la guionista Marta González Vega y con una enorme eficacia para conectar con el lado jocoso de las cosas, como José Mota, David Guapo, Berto Romero o Santiago Segura. Tal vez no aporte gran cosa como ‘aprendizaje sentimental’, pero entre tanto cualquiera puede reírse un poco de sí mismo.