Así contó ABC en 1968 el estreno de «2001: Una odisea del espacio»

Kubrick ha pretendido elaborar una teoría teológico–biológico–sideral sobre la existencia de inteligencia en otros mundos y la iluminación que el hombre ha recibido en los momentos cruciales de su existencia de una mente superior. Su presentación se acompaña de un tibio simbolismo. Una plancha metálica con reminiscencias de las tablas de Moisés aparece en la alborada del hombre para que los humanoides comiéncen su conversión en hombres y para que estos, siglos más tarde, en el año 2001, den lugar a los superhombres. La trama añade a la magia de una fantasía hábilmente apoyada en datos técnicos la dosis conveniente de misterio, pero su desenlace resulta en exceso convencional y oscuro, restando calidad e interés a la película, cuyas virtudes y espectacularidad se hacen notar suficientemente a lo largo de gran parte de sus tres horas de proyección.

[Esta crítica se publicó el 8 de octubre de 1968 tras la proyección en la Semana de cine en color de Barcelona]