Crítica de «El doble más quince»: Breve encuentro
«Maribel Verdú está espléndida en el sentido isabelino (de Huppert, el axioma de actriz que aguanta largos e intensos primeros planos como si nada)»
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Iniciar sesiónElla es una buena señora de Bilbao, casada con hijos y un trabajo pero tiene lo que Wilder llamaba la comezón del séptimo año, o en su caso, de los 47 años. ¿Los síntomas? La cara de asco que pone cuando su marido la reclama ... en la cama, o un cliente más joven en su trabajo de fisioterapeuta. Quizá por eso, pero no es que nadie nos lo explique, se mete en una página de contactos, en donde enseguida conecta con un varón en camiseta que no revela su rostro. Luego vemos por qué: es un niñato al que la señora triplica en edad (es fácil porque es muy joven). De ahí que la película lo disfrace con ese título que parece una ecuación pero es un eufemismo para no decir otra cosa que suene a románico (de Polanski, el de parecía muy madura para su edad).
Maribel Verdú está espléndida en el sentido isabelino (de Huppert, el axioma de actriz que aguanta largos e intensos primeros planos como si nada); lo que no sabemos, porque de nuevo la película pasa de explicar nada, es si se plantea cuestiones éticas sobre su relación con este chaval al que da vida pero no mucha alegría Germán Alcarazu, que aguanta como puede al lado de la actriz, sin conseguir que su personaje resulte interesante o que entendamos al menos qué ve en él. No será solo la comezón, sospechamos, después de que su no tan breve encuentro se eternice en un paseo por las riberas bilbaínas y otros lugares de interés, como esas películas en modo «film commission» con las que nos aflige Woody Allen a sus antiguos fans.
Dirección : Mikel Rueda. Intérpretes : Maribel Verdú y Germán Alcarazu
Crítica de «El doble más quince»: Breve encuentro
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