Crítica de 'Sound of Freedom': La pasión de Caviezel en la búsqueda de niños robados
La película cuenta una historia, no del todo mal a pesar de sus convencionalismos, y te implica en lo sórdido de sus conflictos
¿Boicot o truco publicitario? La película sobre pedófilos que «las élites no quieren que veas»

Podría titularse esto 'El curiosísimo caso de Sonido de Libertad', porque realmente no se ve a menudo una película que tenga tan buenísima intención (la lucha contra el abuso y tráfico de los niños), que haya sido acogida por el público con tanto entusiasmo y ... que encolerice del modo que lo hace a los críticos, siempre progres, y a los progres, siempre críticos. Es un thriller, una película de intriga que tiene como cocinero de la trama a un agente americano que se implica más allá de lo razonable (¿más allá de lo razonable?) en la búsqueda de unos niños colombianos sustraídos a sus padres por una red internacional de prostitución y venta de órganos.
El director, el mexicano Alejandro Monteverde, lo relata todo; primero, el montaje para captar menores casi con impunidad; después, la progresiva obsesión de ese agente por seguir el rastro, y por último, el operativo para un desesperado intento de rescate. Nada nuevo en la estructura de una película de género. Los motivos por los que 'carga' de ese modo una película que aborda hechos reales y abominables han de ser de 'línea editorial' (¿?) o de ínfula espiritual, casi religiosa, que, en efecto, le otorga la presencia de su protagonista, Jim Caviezel, un actor de mirada penitente y de mundos interiores desde que hizo el Jesucristo de Mel Gibson.
Caviezel, como tantos otros actores antes, desde Montgomery Clift a Marlon Brando, se regodea en la espera de la cámara a que le transmita 'cosas' con sus silencios, su fraseo lento, su mirada huérfana, y aquí hace comprensible la fuerza y el tesón de su personaje, alguien que sin duda ha de ser conservador por la cantidad de hijos que tiene y esa sensibilidad familiar que destila incluso con la forma de lágrimas. Lo cierto es que cuenta una historia, no del todo mal a pesar de sus convencionalismos, y te implica en lo sórdido de sus conflictos. Igual es que le gusta a Trump.
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