«Diálogo de mudos»

Su apuesta por protagonistas sin atractivo aparente –parados, prostitutas sin lujo, inmigrantes sin corbata, adolescentes de extrarradio…- es otra característica que le honra, aunque no estaría mal comprobar cómo retrataría al fundador de Facebook, por ejemplo.

En "Amador", Fernando León suelta algunos de sus brillantes coletazos, señala con tan poca piedad como amargura el abandono que sufren nuestros mayores, le vuelve a dar las frases más chispeantes a una puta (aún menos glamurosa que la princesa Candela Peña), y extrae lo mejor de dos grandes intérpretes, Magaly Solier ("La teta asustada") y Celso Bugallo.

¿Por qué entonces no termina de conectar "Amador"? Desactivada su principal virtud, los diálogos, por las características de sus dos personajes principales, que por un motivo u otro no son precisamente habladores, la trama desnuda no llega al índice de masa corporal exigible. Lo que habría sido un excelente mediometraje se pierde en las casi dos horas que dura la cinta, sin que quede del todo claro por dónde se desparraman algunos minutos. Los silencios y las pausas son tan importantes como la mínima acción, estamos ante una obra para la reflexión, pero quizás el cine americano nos ha maleducado en exceso y el público menos sofisticado, que somos casi todos, no pueda evitar removerse en el asiento entre los indudables destellos de calidad. El jamón es de primera, pero los camareros pasan muy poco para las ganas que teníamos muchos de degustar de nuevo a este gran autor.