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ABC Cultural

«La piel que habito»: a Almodóvar se le va la mano con la salsa

«La piel que habito»: a Almodóvar se le va la mano con la salsa EFE

E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

Como en la nutrición, en el cine de Almodóvar hay dos tipos de película, la natural y sin conservantes (en la que retrata raíces y ambientes, y que suele ser fresca, divertida y profunda al tiempo) y la cocina de elaboración y llena de salsas ... y mayonesas. «La piel que habito» es de las segundas, y tan natural como un bisturí en el amor; su historia, en manos del Almodóvar más Adrià, lleva tanta confusión al paladar que uno, ante la impostación, el destornillador de traumas y la intensidad, duda entre tomárselo en serio o en broma; es decir, si reírse o no. «La piel que habito» está en la misma línea quebrada que «Los abrazos rotos», en la que una suave ruptura de los tiempos narrativos pretende subrayar una intriga llena de salsas y conservantes, y con un argumento tan lejano y tan inservible que, incluso abordando pasiones calientes, como la venganza, la reclusión, el abuso y su polvorienta conversión en «complicidad» o «amor», resulta tan fría e indiferente como un insulto en japonés.

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