A E. le sienta bien el rojo
De pequeño no me gustaba leer los tebeos Marvel (donde estuviera el malvado visir Iznogud...) y de mayor no me gusta ver películas basadas en tebeos de superhéroes: le han acabado quitando la razón a los que defendían la legitimidad del comic como fuente literario- ... visual del cine. Pertrechado con estos mimbres, como se dice, me senté a ver «Elektra» desesperando de ver algún efecto especial que superase los suculentos labios de Jennifer Garner, la (super)heroína de la función. El director Rob Bowman parece compartir esa falta de fe porque no le echa ninguna imaginación a las escenas de acción y prefiere enseñarnos a cada poco el rostro de Jennifer, lo que nos permite comprobar que es capaz de ser tan expresiva como Giselle, Noemi, Claudia u otra de esas top models que suelen asomarse al cine; o sea, nada. Más bien pone cara, es decir, morritos de preocupación, no se sabe si por los flash-backs traumáticos que la asaltan a cada minuto, por el ridículo disfraz rojo de superwoman que le ha caído en suerte o porque no entiende mucho del argumento, que empieza aludiendo a un combate primigenio entre el bien y el mal y acaba como una versión piliymili de «Raíces profundas»; no es la única, éste debe de ser el primer tebeo filmado que obliga (es un decir) a revisar el original para encontrarle sentido. Esto no importaría mucho si la película fuese más descarada o supiera divertirse con su propia trivialidad, pero no es el caso: alguien debería decirles a los conspiradores empeñados en llevar al cine el «corpus» de la Marvel que un superhéroe neurótico es aún menos interesante que un mazas prepotente. Por lo menos a esta Elektra le sienta bien el rojo.
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