Ripstein le da la puntilla al Festival de San Sebastián

En el fondo, tanto Ripstein como su escritora, Paz Alicia Garciadiego , llaman Emilia a este personaje que resuena, en sórdido, a Emma Bovary : hay que ver cómo se mueve con los siglos el concepto libertad en las asfixias del claustro. El texto, como siempre, maravillosamente escrito y dicho; la cámara que recoge en plano secuencia desolador y en blanco y negro agobiante la penuria y el descenso; el afán descomunal por subir el drama hasta un tono irrespirable, al borde mismo de lo ridículo en ocasiones, y la actriz Arcelia Ramírez que se destruye en presente de indicativo, que es el tiempo y el espacio de la película, que no es teatral sino escénica. No es fácil que «guste» esta historia completamente sacada del quicio, aunque en ella se atrape todo lo que de engañoso y devastador tiene el instante sublime de las promesas de amor, o sea, el velcro de la pareja.

Antes del fin, que era este Ripstein terminal, hubo un par de títulos que no trajeron gran cosa con ellos, el griego «Adikos Kosmos», de Flippos Tsitos, y el francés «El americano», de Mathieu Demy (hijo de Jacques y de Agnes varda).

Todo está ya listo para su clausura y la correspondiente entrega de premios, y la impresión es que el jurado tiene varias cartas para barajar entre directores como Enrique Urbizu, Hirokazu Kore-eda, Terence Davis y hasta Isaki Lacuesta , que ha saltado también a la plancha de favoritos; y entre actrices como María León por «La voz dormida», Michelle Williams por «Take this waltz», las tres protagonistas de «Sangre de mi sangre» (Rita Blanco, Anabela Moreira y Cleia Almeida) o incluso la propia Arcelia Rodríguez por la película de Ripstein; en cuanto a los actores, se lo tendrán que jugar entre José Coronado y nadie, pues el único que podía competir contra su Santos Trinidad es Glenn Close con su Albert Nobbs, pero no entraba en el concurso.