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«El laberinto del Fauno». La posguerra y el espejo roto

ES una aspiración eterna del arte: atravesar sin romper la membrana que separa la realidad de la ficción. Lo de Alicia sin hacer añicos el espejo. Guillermo del Toro es un cineasta de aspecto como

ES una aspiración eterna del arte: atravesar sin romper la membrana que separa la realidad de la ficción. Lo de Alicia sin hacer añicos el espejo. Guillermo del Toro es un cineasta de aspecto como salido de un cómic y que constantemente busca pasadizos y gateras por las que volver a él (al cómic): trafica con la realidad y la ficción como un auténtico esquinero y sólo necesitaba hacer coincidir sus extremas facultades para la fantasía con una realidad también extrema: la posguerra civil española. ¡Que nadie se mueva! ¡Que nadie eche mano a la pistolera!

Por aquí oímos guerra civil y salimos escopetados en busca de nuestra trinchera. Guillermo del Toro es mexicano, pertenece a un pueblo que sabe de guerras civiles, militares y reservistas, y hay que suponerle que no ha venido a sermonearnos de nuestra guerra, ésa que tanto queremos y que no estamos dispuestos a olvidar jamás (incluso creo que hay una ley que nos lo impide). Tal vez en las guerras no haya buenos y malos, pero es inevitable que en los cuentos sí los haya: en «El laberinto del Fauno» hay unos seres perversos al mando del capitán Vidal, un oficial victorioso y déspota que encarna la insoportable realidad asmática, sofocante y tenebrosa de aquella España; y hay otros seres que buscan atravesar la grosera membrana que los recubre y que les impide huir de allí, personajes que encarnan tanto la niña Ofelia como los diversos hilos conectados de la «resistencia» (son los de Maribel Verdú o Álex Angulo).

En cierto modo, Guillermo del Toro envuelve de barroco aquella románica y seca historia de Erice en «El espíritu de la colmena», la fría realidad a través de la cálida y quimérica mirada infantil. La potente imaginación del cineasta y su facilidad para que ésta llene la pantalla, convierte la película en un constante estupor visual y en una trama llena de ambas cosas: hechizo y pavor, sin que ninguna de las dos destruya a la otra.

Ideológicamente es pura e infantil: el vencedor es el amo y dispone de la vida y de la muerte en su bosque; el vencido se resiste en la sombra o busca su válvula de escape en la fantasía. No debiera herir otras conciencias que las previamente enfermas (sería así, aunque se le diera la vuelta). Sergi López hace una tenebrosa encarnación del mal, un ogro, un demonio, un capitán... Mientras que la niña Ivana Baquero dibuja, a su modo, aquella mirada perpleja de Ana Torrent y nos viene a contar algo que sólo ocurre en los cuentos (el ogro se zampa a la princesa) demasiado serios, como éste.

| (((( | México/España | Director: Guillermo del Toro | Intérpretes: Sergi López, Ivana Baquero, Maribel Verdú |

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