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Los Goya recuperan el talante cinematográfico y se olvidan de las pegatinas y pancartas

Juan Luis Iborra (director de la gala), con sus dos presentadores:Maribel Verdú y Antonio Resines DANIEL G. LÓPEZ

MADRID. En el Palacio de Congresos y Exposiciones del Parque Ferial Juan Carlos I se respiraba ayer una inhabitual placidez, pese a que se estaban dando los últimos retoques a la que será la gala de los Goya de esta noche. Por el escenario, sobrio, con un tríptico de pantallas al fondo y vestido de colores suavemente acogedores, se movían atriles, se comentaba en voz baja algún pasaje del guión entre Maribel Verdú y Antonio Resines. Ella, con su carita de niña y esos ojos expectantes que encandilan, tenía frío, y el fuertote Resines, caracoles, le ofrecía raudo su chaqueta (como en las películas). Entre los dos existe una gran amistad, «porque hemos trabajado muchas veces juntos», comenta ella. La presidenta de la Academia de Cine, Mercedes Sampietro, ensayaba su discurso («en el que tocará el tema de la piratería», según Resines).

Verdú, parlanchina, positiva e ilusionada -no hay más remedio que decirlo ante su manera de expresarse- fue la primera que abrió la conversación de cómo se presenta la noche: «Nuestro reto es hacer la gala más rápida de la historia de los Goya, no exenta de ritmos, alegría, momentos emotivos, ¡que los va a ver! De unas broncas de Resines («es que yo soy así», aclara el actor), pero con mucha gracia. Y con la sorpresa de Montserrat Caballé». «Es una pena que lo hayamos dicho antes -interviene Resines-. Igual habría sido más gracioso que nadie lo supiera». A lo que Verdú responde: «Sí, pero todo el interés que ha suscitado, ¿qué?».

Caballé, inmensamente popular

La idea de que esté Montserrat Caballé surgió entre Juan Luis Iborra y Resines: «Hablábamos de quién podía estar, además de Maribel. ¿Por qué no traemos a alguien que sea inmensamente popular? Entonces nos dimos cuenta de que en este país tenemos a una de las artistas más importantes y famosas del mundo. Es simpática, responde a las preguntas con gracia, rapidez e ingenio... Pensé desde el principio que iba a aceptar». «Yo también -apoya Iborra-, porque la he visto en especiales de televisión y es maravillosa. Con Raphael, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que, aunque sean unos premios de cine, la gala es un espectáculo («el arte en general», apostilla Verdú) y en ese espectáculo entra no sólo la gente del cine. De hecho, un año el decorado fue de Úrculo», comenta el director.

«Este año hay desde escritores a cantantes, no sólo actores. Antonio Gala presentará un premio», anunciaba Iborra, a la vez que la actriz tomaba de nuevo la palabra para añadir los nombres de Amaral, Raphael y Alaska. Y el actor, que mete baza cuando le dejan, aprovecha mientras los otros toman aire: «Digamos que los Goya tienen más proyección y fuerza que nunca, así que vamos a juntarnos el mundo del espectáculo y de la cultura para que sean más eficaces. ¡Ah! La presidenta hablará también de la piratería. Y no decir si Montserrat va a cantar o no. ¡Quién sabe! Habrá que esperar».

Uno de los retos más importantes es el del guión y, dentro, el tiempo. «¡Ése es el gran reto!», responde enseguida Resines, mientras que Iborra asegura que «es cortísimo, como el año pasado. Uno hace el minutaje del guión y no entiende por qué luego se alarga... ¡Es que hay 29 premiados!». Maribel se mete en medio y, muy apañadita, propone el tema de la publicidad, «porque hay 48 minutos, que eso lo digo yo». «Perdona, guapa -la piropea el actor-, pero no cuentas los de antes. Los 48 minutos están repartidos en los cuatro bloques. Si logramos hacer la ceremonia de diez a una de la madrugada, será un éxito, porque significa que ha durado 2 horas y seis minutos, que es lo que deseamos».

Entre guiños y sorpresas

El guión es más de planteamiento que literario y va lleno de guiños y sorpresas. Habrá, de alguna manera, un homenaje a los directores de fotografía cinematográfica en las tres pantallas que hay al fondo, en las que se pasarán fotogramas de distintas películas del cine español, no de las nominadas, más unos filmados en los que salen unos niños contando qué es un actor, un director, un cámara.

Verdú aclara: «La primera sorpresa de la noche es la aparición de Resines después del discurso de la Academia. La gente se quedará asombrada». «Qué no lo digas, Maribel. Qué quieres, ¿que la gente crea que voy a enseñar algo para que sea un bombazo?», la reprende Resines. «¿Estoy contando demasiado?», se pregunta la actriz. Sin embargo, están de acuerdo en que hay unos candidatos muy buenos, «y no hay nervios, ni malos rollos previos en cuanto a los ganadores, porque todo el mundo da por sentado quién vencerá», insiste el director. «Se supone que no hay bronca previa», indica, discreta, Verdú, sin saber que en la puerta, esperando a Zapatero (es la primera vez que un presidente acude a esta gala), entre otros invitados, estarán los despedidos de laboratorios cinematográficos.

Entre los invitados para salir al escenario podremos ver a Penélope Cruz, Fernando Trueba, Luis Tosar, Fernando Tejero, Pastora Vega, Bibiana Fernández y Concha Velasco, entre otras muchas personalidades.

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