Fanny Ardant: «El exceso de libertad puede volver loca a una actriz»
Contemplar a Fanny Ardant hablando sobre el amor resulta fascinante. Bastan cinco minutos para que la célebre actriz francesa baje la intensidad de su halo de diva para deslumbrar con un discurso entusiasta y apasionado sobre su nuevo trabajo en España: poner voz a 13 ... piezas de «Poémes d´amour», obra de Paul Armand Silvestre que Sarah Bernhardt interpretó en Londres, en 1982, arropada por la música de Albéniz.
Flauta, oboe, trompa, armonio, piano y cuerda son los instrumentos que acompañan unos versos que descifran la pasión, el dolor, la insurrección y la entrega que dominaron diversas historias de amor mitológicas (Endimión y Diana, Dafne y Cloe, Venus y Adonis...), históricas (Antonio y Cleopatra, Dante y Beatriz...) y bíblicas (Adán y Eva, Cristo y Magdalena...) Versos que podrán escucharse, en francés, mañana domingo, a las 12.00 horas, en los Teatros del Canal, dentro del espectáculo «Poesía y música en torno a Albéniz» (Ciclos Musicales de la ORCAM), en el que también toman parte el actor José Luis Gómez, la mezzosoprano Elena Gragera y la pianista Karina Azizova.
En el fondo de la cuestión
«No sé realmente cómo vino este proyecto -explica-. Fue como si llegara volando del espacio. Me lo propusieron, lo leí y, aunque no conocía los poemas, pensé: ¿Por qué no? Al principio reconozco que fue por curiosidad, por interés, por las ganas de volver a Madrid y por mi gusto por la música». Pero por mucho que le apeteciera darse una vuelta por las calles de nuestra ciudad, a Fanny Ardant le conquistó que el amor estuviera en el fondo de la cuestión. «Esos poemas manifiestan, con un lenguaje académico, que es lo único que envuelve al mundo. La rebeldía de Adán y Eva cuando se les expulsa del paraíso y dicen, sin lamentos, sin ese arrepentimiento que domina nuestra educación judeocristiana, «nos vamos, pero nos quedamos con la mejor parte, que es el amor». O cuando Venus derrama sus lágrimas sobre Adonis, algo que me gusta mucho, porque siempre pensé que las diosas eran demasiado frías como para permitirse algo así. O cuando Cleopatra le pide a Antonio que se olvide de Roma y que tan sólo la ame. El amor todo lo transfigura, todo lo cambia. Es la única gran historia».
«Cristo y la Magdalena»
Confiesa que siente especial debilidad por el poema en torno a Cristo y Magdalena: «Me gusta la provocación, porque he recibido una educación muy religiosa, así que supongo que ahí está la razón de que me atraiga tanto». Y asegura identificarse más con los hombres que con sus mujeres: «Más con Holofermes que con Judit, con Antonio que con Cleopatra, con David que con Betsabé».
Va Fanny Ardant a contracorriente; incluso, celebra que el mismísimo Albéniz aprisione sus instintos con la bendita «dictadura» de su partitura. «La música me alimenta, me enriquece. Sin Albéniz detrás, yo recitaría de una manera más pausada. Pero el exceso de libertad puede volver loca a una actriz. Saber que me marcan los momentos y el ritmo, me reconforta». ¿Y no le haría ningún reproche a don Isaac por estrechar el paso a una rebelde? «No, tan sólo le diría: «Más despacito, por favor. Piano»».
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