Wim Wenders: «Pina Bausch expresaba lo que el alma le dice al cuerpo»
Redimensiona los pasos universales de la rompedora coreógrafa en 3D y afirma pletórico que pronto todos los documentales se realizarán con esta tecnología
RAMIRO VILLAPADIERNA
La tecnología 3D ha sido necesaria para recuperar a Pina Bausch en toda su imponente dimensión y transformar el triste latigazo de su danza en un rico espectáculo. «Pronto todos los documentales se harán así», asegura Wim Wenders entusiasmado de la experiencia.
Veinticinco años después ... de pensar este proyecto y sólo dos días antes de empezar el rodaje, el 30 de junio de 2009 fallecía de improviso esta lánguida bailarina y rompedora coreógrafa. Pero Pina Bausch sigue aún «muy presente, con una enorme intensidad», lo que decidió al director de «París, Texas» y «El cielo sobre Berlín» a transformar ahora el biopic en un tributo.
—¿No era ésta pues la película pensada?
—Digamos que pese a la demoledora noticia, nos dimos cuenta de que Pina seguía intensamente presente entre nosotros, en las experiencias y el aprendizaje de cada uno de la compañía. Así que el concepto varió de la idea de hacer una película con Pina, a una película para Pina, en la que ahora sus bailarines serían su voz.
—¿Qué le interesó tanto de la creadora del teatro danzado?
—Cuando vi por primera vez «Café Müller», y fue tarde porque vivía entonces en los Estados Unidos, pensé que quizá sabía bastante sobre cine, pero no sobre el movimiento. Nos hicimos amigos. Ella tenía un deseo existencial de que su obra existiese en otro medio, que no tuviese cada vez que ser representada para permanecer. Pero yo no encontraba el modo de trasladar su lenguaje al cine.
—Dos décadas después lo retoman.
—Sí, descubrir finalmente otra tecnología reactivó todo y nos llevó a dar un gran paso adelante. Era el espacio lo que me había sentido incapaz de dominar y ahora eso cambiaba con el 3D. Pronto pasamos a seleccionar cuatro obras («Café Müller», «Le Sacre du Printemps», «Vollmond» y «Kontakthof») para el plan de rodaje. Pero Pina fue a fallecer apenas dos días antes de empezar los ensayos técnicos.
—¿Qué supuso la muerte repentina de la coreógrafa?
—Lo primero es que la producción se paró por completo. Pero fueron los bailarines los que vinieron a hablar conmigo. Me dijeron: «Vamos a ejecutar las piezas que habéis seleccionado y están en el plan». Me recordaron que el deseo de Pina era que sus obras pudieran ser guardadas. Así que me espetaron: «Vamos, no entendemos qué hacemos parados». Así que ahora le debíamos a Pina cumplir su deseo.
—¿Los alumnos se transformaron en protagonistas?
—Los bailarines que han estado de siempre a su lado recuerdan las preguntas que les planteaba Pina. Porque ella miraba muy profundamente dentro de ellos, a veces una sola palabra, tras 20 años, era capaz de marcarlos. Era una gran especialista en leer lo que el alma le dice al cuerpo. Así que ellos no hablan, no lo rememoran con palabras sino con la improvisación y el movimiento del cuerpo.
—¿Hasta qué punto el 3D le ha ofrecido otra dimensión?
—Ojo, que la mayor parte del cine en tres dimensiones me da dolor de cabeza. Pese al éxito de «Avatar» me confieso muy prevenido. Las experiencias que han seguido a las avasalladoras imágenes de Cameron no han estado claramente a la altura. Pero sin embargo a Pina y a mí nos ofreció precisamente una nueva plataforma de planteamiento, de hecho fue un documental sobre U2 en 3D lo que nos hizo recuperar este viejo proyecto. Esta tecnología ponía el espacio y el movimiento realmente en otra dimensión, lo que hasta ahora me había faltado.
—¿La técnica guió a la idea?
—La técnica ha cumplido con lo que sentía que le había prometido a Pina; y con lo que yo esperaba. Absolutamente. Pina había estado hasta ahora en desacuerdo con el modo en que había visto grabar sus obras.
—Pero la coreógrafa siempre estuvo interesada por el cine y este proyecto era antiguo...
—Hablamos por primera vez de ello en Venecia, cuando la conocí, hace 25 años. El problema para mí es que sabía su prevención y yo no era capaz de mostrarle que podía hacerlo mejor. Así que el proyecto se fue posponiendo hasta que encontré el 3D y descubrí una forma de aproximación absolutamente diferente. Esta tecnología precisamente capta un elemento esencial del baile, que es el espacio.
—¿Confía en un futuro visual en 3D?
—Con todos sus trucos, el cine hasta ahora no había superado la planicie de la imagen. Ahora el 3D posee la ventaja de trasladar al espectador por el espacio de una manera diferente. Pero no es fácil, también tiene problemas y hay que cuidar los movimientos porque generan efectos estroboscópicos. Además, Cameron o yo hemos rodado a 50 fotogramas por segundo pero los cines digitales actuales sólo pueden proyectar a 24 por segundo. Con todo, creo que sobre todo en documentales esta tecnología va a ser pronto la norma.
—¿Se siente un pionero?
—«Avatar» es el parámetro por el momento, aunque el guión fuese flojeando. Pero me estimula muchísimo haber probado cosas que hasta ahora nadie había intentado y poder esperar tanto de esta nueva técnica.
—¿Porqué la danza, es usted mismo bailarín?
—Soy un producto cultural de los 60, para los que el movimiento de caderas de Elvis ha sido un antes y un después de todo. Pero, si conoce usted este país, sabe que hasta hace poco uno no habría terminado el instituto sin el correspondiente curso de baile de salón. Así que sí, domino los bailes en sociedad, sobre todo cuanto más entrada la noche. En realidad quise ser músico, pero cambié el saxofón por un cámara de 16 milímetros.
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