CRÍTICAS DE CINE DE LOS PRINCIPALES ESTRENOS DEL VIERNES 30

Wenders, Coppola y los mosqueteros

Wenders, Coppola y los mosqueteros

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"PINA". Director: Wim Wenders. Intérpretes: Pina Bausch, Regina Advento.

POR E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

Lo que debería haber sido un homenaje en cuerpo y alma a Pina Bausch se convirtió, por la muerte de la bailarina y coreógrafa justo el día antes de empezarse ... a rodar, en un homenaje a su espíritu, a su sello, a su obra. Wim Wenders, un confeso admirador de la gramática expresiva de los cuerpos danzantes de Pina Bausch, maquinó penetrar en esa escena derribando la membrana, la pared invisible de la bidimensionalidad del cine. El 3-D era la solución: su película nos introduce sigilosamente, sin molestar, hasta el corazón de las coreografías de Pina Bausch, y su película consigue que por primera vez esta técnica multiusos adquiera sentido estético y narrativo, que sea un medio (o medium) y no un fin, como hasta ahora. La puesta en escena de sus más célebre coreografías, el uso mágico de interiores, la osadía de los exteriores, de meter “la calle”, la mecánica robótica, autómata, de la danza, la esponjosidad de la cámara allí dentro, la sensación del ojo fascinado entre los cuerpos que se explican y los sentimientos de quienes trabajaron con ella... Wim Wenders logra no sólo un emocionante y estético retrato de Pina Bausch, sino también un prometedor múltiplo del 3-D. "SOMEWHERE". Directora: Sofia Coppola. Intérpretes: Stephen Dorff, Elle Fanning. E. R. M. “Lost in traslation” era un elogio al vacío, a la perplejidad, al destello lúcido entre el aburrimiento, y “Somewhere” también apunta al agujero vital, a la confusión de los días y a esa oceanografía del tedio que propicia la edad, la buena posición o la fatalidad. El personaje central no está devastado como el de Bill Murray, sino que es un actor joven, con éxito y en los preliminares de la depresión (su vida da vueltas sin ir a ningún sitio, como su Ferrari); y Sofia Coppola retrata minuciosamente eso hasta que llega a lo que realmente le importa: los atisbos de relación con su hija, una niña justo en el albor de no necesitarle (tampoco). Los días que pasan juntos es el escuálido solomillo de la trama, más emocional que real, y que trae aromas autobiográficos (ella, papá Coppola, Hollywood..) y que sin duda adolece del chispazo agridulce de la de los dos personajes de “Lost in traslations”, pero que deja una impresión clara de lo oscuro y bonita de lo feo. Así como el argumento es mínimo, su visualización tiene ese “toque Sofia” tan esimismado, además de una música y un paisaje míticos. Pero es un olmo, que conste, no le pida peras. "LOS TRES MOSQUETEROS". Director: Paul W. S. Anderson. Intérpretes: Orlando Bloom, Milla Jovovich.

J. CORTIJO

Imbatible y con cuerpo serrano y gomoso de «barbapapá», el pulp de Alejandro Dumas ha aguantado todo lo que le han echado, desde Fairbanks y Gene Kelly al crack D’Artacán, pasando por Cantinflas y, ay, Martes y Trece. Así que tampoco hay que rasgarse las capas con esta versión videojuguetera (viniendo de Uwe Boll, digo Paul W. S. Anderson, se comprende) que, más que recién llegada del Festival de San Sebastián, parece venida del Gamefest consolero. Los asaltos de tanteo, con mosqueteros-ninjas, anacronismos zepelinescos y diálogos de fotonovela, ponen los naipes sobre la mesa del puro cine palomitero algo «patinador» (no solo por el 3D) y con el aporte culto y «eurokirsch» de Christoph «Richelieu» Waltz jugando al ajedrez marfileño. Un entrañable despropósito inofensivo y muy entretenido, que es lo que cuenta (o quizá no tanto). "FOUR LIONS". Director: Christopher Morris. Intérpretes: Riz Ahmed, Kayvan Novak.

E. R. M. No es fácil hacer una película centrada en una célula yihadista en Londres sedienta de sangre. Y ya es una osadía, una perversión, un reto, una ocurrencia, una maravilla..., el cocinar con ello una comedia, tal y como hace Christopher Morris, debutante además en esto. Tras el desconcierto de las primeras escenas (bromas, chorradas y tomas falsas de los islamistas que graban su siniestro vídeo antes de inmolarse), que uno no sabe cómo tragárselas, empieza el seguimiento de la cámara y la descripción de los personajes, unos auténticos imbéciles tan peligrosos para ellos mismos y su comunidad como para los demás. Obviamente, tanto Morris como su película se ponen delante de una diana para que les dispare la inapelable corrección política: el terrorismo islamista no es eso y los fanáticos violentos, por muy idiotas que sean, se merecen una mirada seria e implacable.

Los protagonistas de Morris son personas, con poco cerebro y ese poco retorcido, pero personas, lo cual, y en Londres, como en Madrid, es un pulso al mayor exponente de la inteligencia, es decir, el sentido del humor. Humor británico..., y yihadista, que ha de ser el colmo: “eras más divertido cuando te querías volar por los aires”, le dice la esposa a uno de ellos... "Catalunya über alles". Director: Ramón Térmens. Intérpretes: Joel Joan, Jordi Dauder, Vicky Peña. E: R. M. Una película abierta de par en par, que no teme delatarse ya en su comprometido título, en el que reúne en una línea un lugar y un aroma de la Alemania nazi, y que no duda en pisotear por esos campos minados de lo trágico, lo cómico y lo grotesco. Su director, Ramón Térmens, entrelaza tres historias que son, cada una por sí misma, un escaparate de la moral de la sociedad actual y, las tres juntas, un reflejo cóncavo de esa coartada ética de “lo nuestro” que igual sirve para el nacionalismo paleto, el patrioterismo cutre o el fundamentalismo de clase, tribu o equipo de fútbol. Un ex presidiario que vuelve al pueblo tras cumplir una larga condena por violación, un inmigrante en paro que se convierte en el cobrador del frac “cátala” negro y con barretina, un cínico empresario que defiende su casa y su familia de un ladrón albano kosovar...

Con una curiosa concepción de la unidad del espacio y del tiempo (mismos días, mismo pueblo), Térmens se las arregla para filmar cada historia con distinto pulso y prisma, y ser hitchcokiano con la cámara que filma al ex presidiario violador (siempre un punto rijoso, descarado, metiéndole el capote al ojo perverso del espectador), y ser berlanguiano con ese inmigrante vestido de payés tras un político xenófobo y moroso, y procurarle la sordidez y la negrura justas a la peripecia intragable del empresario amante de su familia, de sus derechos y de su ley. La estructura de “Catalunya über alles” es lineal y sus tres historias discurren de ese modo, aunque quedan hábilmente entrelazadas por varios detalles y escenas, con lo que se le da un sentido unitario al tríptico. Y está filmada con sencillez y rigor, con la mirada fija en lo que quiere contar, o sugerir, y esforzándose en que parezca ficción, representación (con ironía, con sarcasmo, con ese punto berlanguiano o ramoniano), lo que es sin duda un mundo muy real. No es raro que esta película peine a contrapelo ciertas sensibilidades; pero tampoco sería raro que fuera una de las grandes sorpresas de la temporada.

"CATALUNYA ÜBER ALLES". Director: Ramón Térmens. Intérpretes: Joel Joan, Jordi Dauder, Vicky Peña.

E. R. M. Una película abierta de par en par, que no teme delatarse ya en su comprometido título, en el que reúne en una línea un lugar y un aroma de la Alemania nazi, y que no duda en pisotear por esos campos minados de lo trágico, lo cómico y lo grotesco. Su director, Ramón Térmens, entrelaza tres historias que son, cada una por sí misma, un escaparate de la moral de la sociedad actual y, las tres juntas, un reflejo cóncavo de esa coartada ética de “lo nuestro” que igual sirve para el nacionalismo paleto, el patrioterismo cutre o el fundamentalismo de clase, tribu o equipo de fútbol. Un ex presidiario que vuelve al pueblo tras cumplir una larga condena por violación, un inmigrante en paro que se convierte en el cobrador del frac “cátala” negro y con barretina, un cínico empresario que defiende su casa y su familia de un ladrón albano kosovar... Con una curiosa concepción de la unidad del espacio y del tiempo (mismos días, mismo pueblo), Térmens se las arregla para filmar cada historia con distinto pulso y prisma, y ser hitchcokiano con la cámara que filma al ex presidiario violador (siempre un punto rijoso, descarado, metiéndole el capote al ojo perverso del espectador), y ser berlanguiano con ese inmigrante vestido de payés tras un político xenófobo y moroso, y procurarle la sordidez y la negrura justas a la peripecia intragable del empresario amante de su familia, de sus derechos y de su ley. La estructura de “Catalunya über alles” es lineal y sus tres historias discurren de ese modo, aunque quedan hábilmente entrelazadas por varios detalles y escenas, con lo que se le da un sentido unitario al tríptico. Y está filmada con sencillez y rigor, con la mirada fija en lo que quiere contar, o sugerir, y esforzándose en que parezca ficción, representación (con ironía, con sarcasmo, con ese punto berlanguiano o ramoniano), lo que es sin duda un mundo muy real. No es raro que esta película peine a contrapelo ciertas sensibilidades; pero tampoco sería raro que fuera una de las grandes sorpresas de la temporada.

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