actualidad
Críticas de cine del viernes 16
«Amanecer. Parte 2», «La parte de los ángeles», «En la mente del asesino» y «Holy Motors», novedades de la semana
abc
«LA SAGA CREPÚSCULO: AMANECER. PARTE 2» *
FEDERICO MARÍN BELLÓN
Como en el chiste del oso hormiguero, la presunta despedida de la saga «Crepúsculo» plantea qué ocurriría si un vampiro y una humana tienen descendencia. «¡Anda ya!», es también la respuesta natural del espectador al ... descubrir a la inquietante Renesmee, que llega con un superpoder debajo del brazo. La trama arranca después del parto, con la feliz madre ya convertida en vampiro. Esta serie literaria y peliculera merece el mayor de los respetos, como cualquier obra capaz de despertar en el público pasiones tan intensas, pero desde un estricto punto de vista cinematográfico, el invento se tambalea.
El alentador comienzo, que parece un anuncio bien elaborado para conseguir adeptos a la causa vampírica, se desvanece sin remedio. La historia romántica se atasca y ni siquiera incurre en la cursilería anterior, mientras que el drama de estos inadaptados de manual, con un catálogo modesto de poderes –en comparación con los X-Men, por ejemplo–, desemboca sin sutilezas en una batalla desordenada y falaz, un salto al vacío sin Thelma ni Louise. Ignorante de mí, parece el preámbulo de alguna entrega más y no el final. Pero lo peor es que en medio hay un montón de nada. Imposible convertir al escéptico. Las jovencitas se derretirán con el rigor mortis de Pattinson y los músculos de Lautner, exhibidos con una excusa risible. Los chavales suspirarán por la lánguida Stewart, que al menos conoce un par de trucos. Los demás, que lo intenten por sí mismos.
«LA PARTE DE LOS ÁNGELES» ***
OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE
Hay una zona en el director Ken Loach que no es sórdida ni está atada a una consigna, sino luminosa y llena de esperanza y sentido del humor. Y «La parte de los ángeles» sale directamente de esa zona. Sus personajes habituales, desheredados, y en el paisaje que le gusta, Glasgow, pero en esta ocasión para tejer una historia en la que la justicia social se abre paso entre carcajadas.
La mezcla del whisky con la intriga es de alta graduación, y el modo de ahormar los personajes y acercarlos a los ojos del espectador, a pesar de su condición canalla (pero amable), convierten a esta película en una de las más placenteras de este cineasta casi siempre dispuesto a amargarte la tarde. Las interpretaciones son frescas y cotidianas, como horneadas en la misma calle, y el efecto que produce la historia de este grupo es pura catarsis, como el gol de la victoria en el último minuto.
«EN LA MENTE DEL ASESINO» **
JOSÉ MANUEL CUÉLLAR
El problema es de perspectiva. Ves a ese Matthew Fox («Perdidos») con veinte kilos menos a base de meses de verdura y pollo a la plancha, la mirada malévola, el diablo bajo la piel y el aurea de psicopáta feroz, y uno se espera lo mejor. Pero es lo peor porque del desvarío solo se salva el cartel anunciador y Fox. Hay que atinar mucho para darle la vuelta a la trama de un asesino en serie y Cohen no ha dado ni media vuelta. Planta el guión habitual y ahí lo deja, que Fox cargue con todo.
Podría haber salido con bien del embrollo, porque Fox se las gasta pero bien, si no fuera porque su pareja de baile, que es un desastre. Con empatía cero y carisma menos cinco, a la trama plana del guión hay que unir la sosería y nula credibilidad de Tyler Perry, un listillo que va de Sherlock Holmes, que trae al pario a cualquiera que le eche una mirada de arriba abajo. Para eso que hubieran puesto a Edward Burns, que por lo menos cae bien a todo el mundo. Flojita y previsible.
«HOLY MOTORS» **
O. R. MARCHANTE
No suele haber término medio con este director, Leos Carax, y su película «Holy Motors» sólo producirá pura atracción o puro rechazo, tanto visual como intelectual. Su pretensión, su exceso, sus simbolismos, sus citas cinéfilas, su personaje central (interpretado con más víscera que encanto por Denis Lavant), su ansia por parecer «resultona», su aparente profundidad argumental con «mensaje» más bien llano, su contrauso del «glamour» con una Eva Mendes y una Kylie Minogue que aún se estarán preguntando qué pintan ahí...
En fin, por eso y por el sello de director extravagante, «epatante» y «listo» puede ser «Holy Motors» tan querida como despreciada. Carax usa todo su talento para dejarse al espectador en la cuneta de su película, y rubrica el acto con varios bajonazos al sentido común, al razonamiento, como los momentos simiescos o la conversación entre coches, de tal modo que uno acaba viendo «Holy Motors» como quien ve llover.
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