Conmovedora y simpática variación en síndrome de «up»

No hay lugar a la duda: «Yo también» es una ficción, es una historia inventada en la que Pablo interpreta a un joven con síndrome de Down que, tras años de prepararse y cultivarse, accede a su primer trabajo, un trabajo de cuota, claro, en la administración, donde entabla una amistad muy particular con Laura (Dueñas). Ficción pura, aunque no se trata, sólo, de contar una historia, sino de construir o desbaratar varias ideas, muchas de ellas precocinadas sobre la capacidad y discapacidad de las personas con ese transtorno cromosómico. Y para contruir y desbaratar ideas, Pablo Pineda es un superhéroe de la colección Marvel .

Álvaro Pastor y Antonio Naharro, los directores, no hubieran podido parar, ni a propósito, el torbellino, el chisporroteo y la aceleración de partículas que se concentran entre esos dos personajes, él mucho más preso de un síndrome de «up» que de «down» y ella un disparate andante, y que están tan abocados el uno al otro como dos duelistas, aunque lo que traman no es un duelo sino el propio ajuste sentimental; o sea, un desbarajuste. Algunos momentos entre Pablo Pineda y Lola Dueñas podrían pasar a los anales de la química entre parejas de cine, y el caso es que cualquiera de ellos, o ambos, podrían ganar el premio de interpretación entre el aplauso general. Se pasan el uno al otro el mando a distancia de las emociones de la película con una destreza absoluta; pero lo esencial de «Yo también» no es, creo, eso que les ocurre a ellos, sino que más bien lo importante es lo que nos ocurre a nosotros, a nuestros ojos, que empiezan admirando a Pablo Pineda porque sí y terminan admirándolo porque

ha derribado la pared a patadas y se ha subido por los escombros

la gracia y la elegancia de Errol Flynn cuando salta por la claraboya

De cualquier manera, da la impresión de que «Yo también» aspira no sólo a ganar la Concha de Oro, sino también a tener un trato muy intenso y emocional con el público , lo que convertirá en nimio el hecho de que, cinematográficamente, la película pierda algo de pie en algunos momentos. Caso muy parecido al de la australiana «Blessed», de Ana Kokkinos, que compite por el premio y que se enrosca al cuello como una bufanda. Demoledora historia entre madres e hijos, contada desde esas dos perspectivas, primero ellos, la consecuencia, y luego, ellas, el origen y causa. Varios hilos narrativos se cruzan y anudan en un solo día, y el tono general y musical predicen que esos personajes no van a disfrutar mucho de él. Lo raro es que sin llegar al clima asfixiante de historias levemente parecidas, como «Crash» o «Magnolia», el caso es que se pasa a veces de frenada.