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ABC Cultural

Cimino reabre «La puerta del Cielo» en el Festival de Venecia

El cine francés compite con «Superstar», una fábula sobre la banalidad de la fama

Cimino reabre «La puerta del Cielo» en el Festival de Venecia EFE

OTI R. MARCHANTE

El personaje del día es Michael Cimino , que presentaba aquí en la Mostra una versión restaurada de «La puerta del Cielo» y de sí mismo, sus dos grandes fracasos de origen a los que el tiempo tal vez les dé otra oportunidad... Por lo pronto, Cimino se hizo una operación de cambio de sexo hace unos años y hoy es tan reconocible como el eccehomo de Borja.

Pero la competición por el León de Oro arrancó con escasa fortuna, con una película rusa, «Izmena» (traición), que lo dejaba a uno tan perplejo como un plato de ancas de rana, y otra francesa, «Superstar», con un buen arrebato de salida sobre la caprichosa fama y lo tontos que somos, que se para en seco, como el Real Madrid, en su segundo tiempo, hasta perder toda su fuerza de salida como una tónica de ayer. «Izmena» la ha dirigido Kirill Serebrennikov, un enigma como su película, que trata del encuentro de un hombre y una mujer a los que sus respectivas parejas les engañan; o sea, que arranca con el tintineo helado de la frase: «Su mujer le engaña con mi marido». A partir de ahí, la película empieza a perder peso y a ponerse en plan modelo de pasarela con un surrealismo entre Buñuel y Lynch, pero de recuelo. El rasgo más notable de «Izmena» , además de una cámara que mata por hacerse notar, es su absoluta frialdad, a pesar de que habla de traiciones, pasiones, amores, muertes y eso, la impresión que deja es como de monitor de horario de salidas de trenes.

La película francesa «Superstar» tiene como gran virtud que aborda algo muy reconocible y lamentable: la banalidad de la fama y la estupidez de la sociedad al alentarla. Un Juan Nadie que interpreta el actor Kad Merad , la actual cara de gente del cine francés, se ve atrapado en un absurdo estallido de celebridad, lo que le permite al director, Xavier Giannoli , darles un par de cachetes a los medios de comunicación, a la televisión y a eso que se llama redes sociales.

A esta fàbula que nos enfrenta a profundas contradicciones (¿sabían que lo que está más de moda es no estar de moda?) le falta algo de sutileza en sus reflexiones y le sobra algo de músculo, carreritas y un romance sin alma.

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