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«La casa del lago»: Tú me amaste mañana y yo te amaré ayer ***

No es sólo «La casa del lago» una película de incontenida tensión pasional, sino también una buena ocasión para hacer un entretenido experimento. Un director argentino, Alejandro Agresti, que hace un

No es sólo «La casa del lago» una película de incontenida tensión pasional, sino también una buena ocasión para hacer un entretenido experimento. Un director argentino, Alejandro Agresti, que hace un cine intensamente argentino (y para prueba, su recién estrenada «Todo el bien del mundo»), ha dirigido esta película de inequívoco sello hollywoodiense, con dos estrellas refulgentes, Sandra Bullock y Keanu Reeves, una historia romántica hasta el punto de ponerte en guardia y un desenlace febril, irracional, casi indecente desde un punto de vista intelectual. El experimento consiste en buscar a Agresti en el interior de esta película, a ese director de personajes insólitos con palabrería ingeniosa, y la impresión es que resulta tan difícil encontrarlo a él ahí como a un rasta en una peluquería de las de antes.

La trama romántica es, desde luego, la esencia de esta película (un hombre y una mujer separados por un bucle de dos años; él vive en 2004 y ella en 2006, pero se comunican mediante el increíble sistema de unas cartas y un buzón sin tiempo), pero no lo más interesante. Hay varios asuntos que tienen más interés que el romance entre ellos, como por ejemplo el modo de tratar los espacios y de hablar de arquitectura, de la luz, del entorno..., y en ese sentido sobresale el personaje, a medio desarrollar, que interpreta Christopher Plummer y su relación paternoarquitectónica con Keanu Reeves. También es más interesante la anécdota espacio temporal, la mezcla de presente y futuro, el modo de narrar lo inenarrable, pues se usa una voz en «off» lectora de esas supuestas cartas que se dejan el uno al otro en el buzón.

El argumento está trabado sentimentalmente con un buen montón de películas, desde «Tú y yo», por lo que tiene de romance interrumpido, hasta «Regreso al futuro», por lo que tiene de desafío a Einstein... Y si bien la historia de amor debiera de ser excepcional, pues se aman en tiempos distintos y naturalmente sin las retribuciones propias del amor, el hecho de que ese romance lo interpreten quienes lo interpretan, sin duda lo banaliza, lo sitúa en zona vista o sabida.

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