Bienvenido, míster Bond

Con esta, es ya la cuarta vez que el espía de ficción británico visita el país: lo hizo en «Desde Rusia con amor» (1963), cuando lo interpretaba Sean Connery; en «El mundo nunca es suficiente» (1999), encarnado por Pierce Brosnan; y ya en la piel de Craig, en el videojuego «Blood Stone» (2010). Y cada vez que viene, desata todo tipo de pasiones.

En esta ocasión, la más sonada ha sido, por ahora, la del adolescente turco Ibrahim Özden , que, llevado por su entusiasmo por la saga Bond, logró colarse en el set de rodaje en Adana , en la estación de trenes de la ciudad.

Para ello se disfrazó de obrero de la construcción, saltó la valla de protección, y, junto con dos amigos, se escondió en un vagón de tren , desde el que filmó el ensayo de una de las secuencias de acción con su teléfono móvil. Aunque los jóvenes fueron descubiertos por el equipo de seguridad, Özden guardó el móvil en sus calzoncillos , y pudo salvar el material.

«Una película de James Bond es siempre un buen reclamo publicitario », dice a ABC Faruk Bektas, encargado de prensa del famosísimo Gran Bazar de Estambul , donde Bond protagoniza una persecución en motocicleta . «Los comerciantes están bastante contentos», nos asegura. Más polémico ha sido el accidente que, la semana pasada, tuvo uno de los especialistas en el bazar.

El doble de acción de Craig chocó contra una joyería de casi cuatro siglos de antigüedad, rompiendo una vidriera y dañando una columna. «Este lugar está regulado por el Consejo de Monumentos . Ni siquiera podemos cambiar la ventana sin su permiso», se queja Mete Boybeyi, el dueño de la tienda.

El suceso ha sido aprovechado por la oposición política , que no ha dudado en atacar a las autoridades municipales -del partido gobernante AKP- por el «daño al patrimonio histórico» . Los responsables han tratado de minimizar el incidente, tratando de evitar la publicidad negativa .

Cuando intentamos ir al Gran Bazar, nos impiden la entrada. «No se puede acceder con cámara» , nos dice el policía que custodia la puerta. Le insistimos en que, hace tan sólo una semana, los reporteros podían entrar libremente. No hay forma de convencerle: «Aquí solo rueda Bond, que para eso ha pagado» .