Batman no es Superman

Sin súper-poderes, más esotérico que extraterrestre, Batman a través de su saga ha incluido una generosa dosis de dilemas morales . Sin olvidar el escenario habitual de sus aventuras: Gotham City , la ciudad donde los malos parecen estar siempre a punto de ganar. Con el agravante de que esa tendencia a recrearse en el lado oscuro no ha hecho más que multiplicarse en las recientes encarnaciones del personaje a través de Hollywood.

Durante los años cincuenta, las populares aventuras de Batman fueron sometidas a un especial escrutinio al ser mencionados por el psicólogo Fredric Wertham en su libro «Seduction of the Innocent» (1954). De acuerdo a los argumentos de Wertham, las audiencias infantiles estaban siendo nocivamente influenciadas por los contenidos de los comics , especialmente por sus tramas delictivas, con el consiguiente perjuicio para las nuevas generaciones de americanos. Estas críticas llegaron a inspirar en Estados Unidos la creación de un organismo de autorregulación ( Comics Code Authority ) para velar por la moralidad de los tebeos.

Como inspiración nociva, Batman ha sido especialmente persistente. La última entrega cinematográfica - «El caballero oscuro: la leyenda renace» - se ha visto precedida en Estados Unidos de una fascinante polémica sobre si el personaje de Bane, el malo de turno en la película, era en realidad un rupestre conservador bastante parecido a Mitt Romney , el candidato republicano en los comicios presidenciales del próximo noviembre. Dentro de este pulso adicional en la intersección de la cultura popular y el ciclo político, a los conservadores les ha faltado tiempo para denunciar una vez más la conspiración «progre» que domina sobre Hollywood, con o sin capa negra.