director de «Arrugas»
Ignacio Ferreras: «La animación española no debe ser un quiero y no puedo»
El cineasta logra con «Arrugas» una película conmovedora con su cuidada adaptación del cómic «geriátrico» de culto obra de Paco Roca
Colocarle el cascabel a un dragón durmiente, enhebrar un dromedario a través del ojo de la aguja de la memoria, o ponerse a pescar con sedal fino y pies colgando en el estanque dorado son algunas de las acrobacias que ha bordado en «Arrugas» Ignacio Ferreras, un argentino-madrileño con el pasaporte más a mano que el bonobús, y curtido en el mundo del cómic, el storyboard y las bambalinas de filmes mágicos como «El ilusionista».
«He tenido la suerte de que todo fue sobre ruedas, desde que mi productor Manuel Cristóbal me envió el excepcional tebeo de Paco Roca hace dos años y medio, hasta hoy», confiesa. Un «hoy» marcado por hitos tales como la preselección al Oscar, su candidatura como mejor película a los prestigiosos premios Annie, o los dos Goya a los que aspira, el de mejor filme de animación (más cantado que «La Macarena») y, sobre todo, el de mejor guión adaptado, caso insólito en nuestro país: « Es necesario que el género vaya rompiendo prejuicios y el público sepa que se pueden contar buenas historias, que conecten y conmuevan», comenta Ferreras.
E historia, y no buena sino excelente, es la que amasa con trazo limpio y pulso japonés (línea Isao Takahata, uno de sus referentes magistrales) el filme: la de la amistad crepuscular entre dos ancianos, uno zascandil y buscavidas porteño, y otro con el alzheimer pisándole las pantuflas. «Aunque parezca paradójico, el auge del 3D nos ha permitido abrir un hueco para este tipo de productos artesanales y dramáticos a los que el 2D les sienta como un guante », desvela el director.
Entonces, ¿hacer cine de animación en España no es siempre llorar, como podría parecer? «Hombre, sigue habiendo mucha fuga de cerebros porque nuestro mercado interno es muy pequeño. Lo importante es ser conscientes de nuestras limitaciones a la hora de imitar o no el modelo de Hollywood. La animación española no debe ser un quiero y no puedo, eso ante todo», concluye. Pero a veces es tan complicado negarle un sueño servido en cuchurucho a un pobrecito francotirador...
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