¿Qué fue antes, la mafia o el cine?
POR FEDERICO MARÍN BELLÓNMADRID. Casi desde los hermanos Lumi_re, la mafia se mostró interesada en aquella linterna mágica que exudaba prosperidad y glamour. Según el historiador David Thompson, en la
ABC Louis B. Mayer, que inspiró una inolvidable escena de «El Padrino», con un «coprotagonista» ABC Lana Turner confesó poco antes de morir que asesinó a su novio, el gánster Johnny Stompanato
POR FEDERICO MARÍN BELLÓN
MADRID. Casi desde los hermanos Lumi_re, la mafia se mostró interesada en aquella linterna mágica que exudaba prosperidad y glamour. Según el historiador David Thompson, en la edad de oro de Hollywood los magnates de los estudios se comportaban como ... auténticos gánsteres para mostrarse duros y farolear entre ellos. No sorprende que en los setenta adoptaran la famosa frase «No es nada personal, son negocios», de «El Padrino. Al mismo tiempo, el mundo del hampa empezó a utilizar el término de padrino, un invento de Mario Puzo, y recuperó costumbres tan arcaicas como besar el anillo del Don. El cine, además de inspiración, encontró a menudo una nueva forma de pagar sus caros juguetes.
Tim Adler, escritor y editor de la revista «Screen Finance», cuenta en «Hollywood y la mafia» (Robinbook) que Louis B. Mayer era íntimo del famoso capo reconvertido en agente de actores Frank Orsatti, mientras que Harry Cohn, de Columbia, frecuentaba al mafioso de Chicago Johnny Rosselli. Como dice Ray Liotta en «Uno de los nuestros», «la gente del cine quiere codearse con los matones, una especie de joya con la que lucirte en una fiesta». La afición, desde luego, era recíproca. Tim Adler confirma que «la mafia aprendió tanto de Hollywood como los actores de los gánsteres, hasta tal punto de que hacia los años 90 los mafiosos alegaron en un juicio que todo lo que ellos sabían de la mafia lo habían absorbido de las películas y de la televisión».
Los orígenes del idilio se remontan a Al Capone, quien visitó Hollywood por primera vez en 1927 y calificó todo aquello como «un gran chanchullo», aunque no fue hasta los años 30 cuando sus herederos decidieron sacarle partido económico. La mordida ascendió a un millón y medio de dólares al año. Adler también previene, no obstante, sobre el exceso de leyendas que no pasarían el control de mentiras, como algunas historias sobre Frank Sinatra, justo quien menos necesitaba de las exageraciones para llamar la atención.
Uno de los casos más carismáticos es el del actor George Raft, un protegido de la mafia y amigo de «Bugsy» Siegel, que enseñó a hablar a muchos de sus toscos secuaces. Raft, a su vez, se inspiró en Joey Adonis, vinculado a «Lucky» Luciano.
Aunque «Scarface», basada en Al Capone (a él le contaron otra cosa) y en su cutis surcado por una navaja, sentara cátedra décadas antes, la película más influyente sobre el crimen organizado es «El Padrino», que ofrece una versión casi edulcorada (ni siquiera pronuncian la palabra mafia) que enoja a Adler: «Reflejaba a los mafiosos como protectores de las mujeres y contaba que no tenían nada que ver con drogas y que no se traicionaban unos a otros. ¡Nada más lejos! Este submundo se basaba en el narcotráfico y en la traición».
Adler también habla de la serie «Los Soprano», en su opinión una brillante evocación de los estertores del hampa. Según el escritor, el FBI comentó que las escenas de la serie eran tan precisas que consideraba casi seguro que el escritor hubiera hablado con los mafiosos de Nueva Jersey. Nada nuevo bajo los focos. En otra serie anterior, «Los intocables» -que Brian de Palma llevó al cine a la mayor gloria de Elliot Ness-, la mafia italiana llegó a imponer que en la última temporada incluyeran nombres como un improbable Joe Vodka.
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