Algo más que una comedia adolescente

Visualicen la escena. Seis jóvenes (el más talludito, con bigote y cara de tonto) delante de una noria sobre un fondo de camiseta. Debajo del título, la leyenda «del director de Supersalidos». ¿Invita o no al optimismo? Olviden el marketing y analicen ahora el argumento: un recién graduado, cuyo mejor amigo se divierte dándole puñetazos en la entrepierna, se queda sin su soñado viaje a Europa y se ve obligado a aceptar un trabajo infame en un parque de atracciones de Pittsburg. Como mal menor, allí conocerá a una chica más que interesante, que sin embargo le tiene reservado algún disgusto.
Con estos antecedentes, que la cinta tenga unos personajes bien dibujados, tres o cuatro momentos de inspirada sensibilidad y debata sobre asuntos universales sin pisotear demasiado el tópico es todo un logro. A todo ello contribuye sobremanera el buen hacer de los protagonistas, Jesse Eisenberg (de quien pronto veremos «Zombieland») y la crepuscular Kristen Stewart, dos jóvenes rostros cuyo paso por las pantallas, toquemos madera, sólo podría convertir en efímero algún trágico accidente.
La mayor pega de la película podría ser, paradójicamente, que sus ramalazos de calidad adulta no son precisamente lo que esperará de ella buena parte de su público potencial. Si los espectadores supersalidos se conforman con la ternura, si a los más maduros no les asusta la etiqueta gamberra postadolescente. incluso podrían salir todos contentos y de la mano, celebrando el lado brillante de la vida.
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