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ABC Cultural

Gil Parrondo, un caballero sin espada

Construyó el terreno para directores que aprendimos a pronunciar gracias a él

OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE

Todos los que se dedican al cine saben que un rodaje es lo más parecido al frente de una batalla, un territorio donde se concentran al tiempo el ruido, el silencio insoportable, la solidaridad, el miedo nervioso, el improperio y un espíritu abruptamente alejado de ... la cortesía y la corrección tal y como se entienden en cualquier otro lugar. El rodaje es la parte bélica de una película. Y todos los que se dedican al cine saben que Gil Parrondo, hombre de rodaje, pieza esencial de la construcción de tantas y tantas películas, era un perfecto armisticio en el fragor de esa batalla. A su enorme calidad artística, a esa manera tan precisa y preciosa de modelar el espacio y el tiempo para embaucar a la cámara, Gil Parrondo le añadía de un modo natural una elegancia, tanto en el ser como en el estar , que diluía a su alrededor lo bélico entre efluvios e impresiones de tregua, concordato o tratados.

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