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El burladero

Vamos a esperar al articulado

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Carlos Herrera

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Realmente, no sabemos nada. Y no sabemos nada porque quienes firmaron in extremis un acuerdo para la aprobación de dos decretos tampoco saben mucho. Los acuerdos entre partidos o grupos parlamentarios apalabrados en el pasillo de un Parlamento son un simple enunciado de voluntades acuciado ... por la prisa de una votación. Luego eso hay que llevarlo al BOE y ahí es donde todo cambia. Que Bolaños y Nogueras pactaran traspasar a Cataluña materias relacionadas con la inmigración, ciertamente, no significa gran cosa hasta que eso se traduzca en articulado de una ley, orgánica por demás, que precisa de mayoría absoluta en el Congreso. En la voluntad del Gobierno está, a buen seguro, reducir la cuestión a una suerte de gestión social de integración de inmigrantes o algo así, una ventanilla con presupuesto para entretener a recién llegados; en la voluntad de Junts está, indudablemente, sustituir a la Policía Nacional y poder expulsar a indeseables camino de Valencia o de Zaragoza, siempre que Valencia y Zaragoza se dejen, que no creo. La Administración catalana acaricia sus viejos sueños húmedos: aquí se quedarán los que aprendan rápidamente catalán y no se salten un semáforo, decidiremos cuántos nos hacen falta y echaremos con cajas destempladas a los no pertinentes. Pero eso no va a ser tan fácil, ni aunque quiera Sánchez o la madre que lo trajo: ¿hacia qué dirección se expulsa a los que no se quiera, por ejemplo? ¿Qué tipo de prueba va a ser necesaria para establecerse en Masnou? ¿Cuando hablan de inmigración también incluyen a los murcianos?

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