Complemento circunstancial
Típicos tópicos
No podemos aceptar que se siga utilizando nuestra tierra como un ejemplo negativo para establecer comparaciones tan lamentables
Tal vez usted no se acuerda —realmente no tiene por qué hacerlo— de aquella canción de Paco Herrera que, en 1982, el año del Mundial de Naranjito, nos puso a todos a cavilar sobre los tópicos y sus consecuencias: «Estando al Norte del Sur —decía ... la letra— pasando Despeñaperros, al decir soy andaluz, ya los tienes sonriendo». Dicen que fue el primer rap en español, y aunque suene a tópico, la primera vez que los andaluces nos levantamos después de que Blas Infante nos lo dijera en el himno. «Se creen que to los tíos somos toreros y que todo son fandangos, pasodobles y sombreros», cantaba Herrera poniendo el acento en el sambenito andaluz. Y es que el sambenito pesa, pero ya solo lo notamos cuando se nos olvidan los versos de Benedetti, que el Sur también existe.
A Juan Mari Aburto también se le han olvidado los tópicos, las etiquetas con logos bien grandes, que lucen los bilbaínos, aquellos que nacían donde les daba la gana, los exagerados, los de los cinco platos en cada comida, los de los gritos, los que levantan piedras de toneladas y los de los apellidos largos, por no hablar de otros tópicos vascos de cuyo nombre no quiero acordarme. Siempre habla el que más tiene que callar y, en este caso, el edil bilbaíno ha perdido una oportunidad de oro para mantener la boca cerrada, que ya se sabe que es mejor estar callado y parecer estúpido, que abrir a boca y disipar las dudas. Porque las desafortunadas palabras de Aburto han vuelto a abrir la caja de los tópicos andaluces: «no queremos convertirnos en ningún pueblo del sur de Estado».
No sé qué se imagina Juan Mari Aburto qué es un pueblo del sur de Estado, si piensa que aquí vamos con la cabra y la guitarra en la cesta de los pollos, o si nos comemos a los policías —efecto espejo, quizá– o si es que llevamos la faca en la liga por si acaso. Pero, imagine lo que imagine, debería saber que ese modelo «igualitario, abierto, participativo y libre» que quiere para su ciudad empieza por el respeto y la tolerancia y termina por culpa de la ignorancia y el desprecio. Ni todos los vascos son etarras ni van por ahí diciendo «Aiba la ostia, Patxi», ni todos los andaluces somos unos bronquistas, flojos y maleantes. De primero de convivencia, señor Aburto.
No podemos aceptar, a estas alturas, que se siga utilizando nuestra tierra como un ejemplo negativo para establecer comparaciones tan lamentables. Andalucía, el sur del sur, ha tenido que demostrar más que otras comunidades autónomas que ya no somos las criadas, ni los chóferes, ni los bufones de España, que aquí la gente trabaja cada día por el progreso con esfuerzo, compromiso y orgullo, porque como decía Juanma Moreno «ser andaluz no es solo dónde naces. Es una actitud». Una actitud que llevamos décadas poniendo en práctica, sin tópicos, sin tipismos. Sin que el alcalde de Bilbao nos intente mirar por encima del hombro.
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