Complemento Circunstancial
Con renglones torcidos
Es difícil de entender, pero el que tenga oídos que oiga
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Iniciar sesiónQue nunca llueve a gusto de todos es algo que hemos podido comprobar durante toda la Semana Santa. Sonrisas y —muchas— lágrimas que, en cada una de las jornadas, han representado las dos caras de una misma realidad, la de nuestra tierra. La de una ... Andalucía volcada en el turismo, en la hostelería, que tiene en la semana de pasión la antesala de su temporada más alta; y la de la Andalucía agraria, la que respira por la herida del cambio climático y sobrevive, a duras penas, con la amenaza constante de las restricciones de agua y la sequía, más pertinaz que de costumbre. En apenas una semana, el agua almacenada en los embalses de la cuenca del Guadalquivir ha aumentado hasta el treinta por ciento, aliviando considerablemente la situación extrema en la que nos encontrábamos y dándonos si no, una tregua, al menos un respiro antes del verano. En los próximos días los comités de sequía evaluarán la situación de los embalses andaluces, y aunque se impone la prudencia, el consejero de Presidencia deja entreabierta la posibilidad de que el abastecimiento de agua esté garantizado, sobre todo en las zonas abastecidas por los embalses del Guadalquivir.
La naturaleza, esa que todavía no controla la mano del hombre, ha vuelto a abrirse camino, empapando nuestra tierra seca y sedienta. «Porque tuve sed y me disteis de beber», decía la parábola que no entendieron ni siquiera los apóstoles de Jesús en su momento. Y es que cuesta entender que nuestra semana más grande, la más larga, —y, paradójicamente, la más corta del año—, la que miles de cofrades, y no cofrades, esperan con ilusión y ganas, se haya visto truncada prácticamente en toda Andalucía, dejándonos imágenes inéditas, o al menos, curiosas, que invitan a una doble lectura. Para muchas localidades andaluzas, la Semana Santa es sinónimo de empleo, y no solo hablo del turismo y la hostelería —que son, queremos o no, nuestro maná— sino de oportunidad para otros sectores que, muchas veces, pasan desapercibidos por lo obvio, floristas, bandas de música, cererías, tintorerías, imagineros, costureras, fotógrafos… todos aquellos que hacen posible que los cinco sentidos cobren vida y obren el milagro de cada primavera. Para los cofrades ha sido una semana muy difícil, con todos los elementos en contra: la calima, la dana, los fenómenos costeros —hemos aprendido a hablar del tiempo como nunca— los chaparrones, que han llevado a las Juntas de Gobierno a tomar decisiones complicadas, y a veces, no bien aceptadas o interpretadas de aquella manera, con petaladas al público en la puerta de una iglesia, o con reliquias procesionando al compás de marchas procesionales. Es difícil de entender, pero el que tenga oídos que oiga: nos hacía tanta falta la lluvia que hay que verla como un regalo.
«Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos», dice el profeta Isaías. Que el hombre propone, pero solo Dios dispone y que, una vez más, nos ha dejado claro que escribe derecho con los renglones torcidos, tan torcidos como esta Semana Santa.
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