COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Ya no puedo más

La dimisión no ha sido un gesto de dignidad, sino una rendición ante la evidencia

Seguro que, en estos días, ha vuelto a ver el vídeo del grupo Marengo –ya sabe, Mazón y compañía- interpretando 'Y solo tú' de Bachelli. No lo hace mal el hasta el lunes presidente de la Generalitat valenciana y, lo mismo, le habría dio mejor ... por el camino del cante que de la política. Nunca se sabe, porque donde hubo fuego siempre quedan cenizas que le recuerden a uno que polvo somos y en polvo nos hemos de convertir. Tal vez, las musas le acompañaron el pasado lunes en su «dimisión» y emulando a su paisano Camilo Sesto verbalizó lo que podría interpretarse como una huida hacia adelante. «Ya no puedo más» confesó Mazón antes de presentar su dimisión por la gestión de la terrorífica DANA un año después –más vale tarde, podría pensar usted- y enumerar sus errores: «permitir bulos, no pedir la declaración de emergencia nacional, mi ingenuidad manifiesta». Nada dijo de su responsabilidad al frente de la Generalitat ni de su irresponsabilidad manifiesta el día en que ocurrieron los desgraciados hechos. Mazón se va por la evidencia, no por la conciencia; se va por la tardanza en comparecer aquel día, por los mensajes confusos, por la falta total de empatía con las víctimas, por su torpeza, por la poca transparencia en sus declaraciones, por su falta de humildad para asumir que se había equivocado, por su soberbia para creer que podía resistir la tormenta mediática. La dimisión no ha sido un gesto de dignidad, sino una rendición ante la evidencia.

Un año después Mazón se ha dado cuenta de que no tiene «la fuerza» para liderar el trabajo –ni la decencia, ni la vergüenza, claro- para que el que fue designado. Dice que va a ir a «una consulta médica» y que parará unos días su actividad para descansar y para que la actual vicepresidenta asuma sus funciones de manera temporal, y así, de paso se libera de la obligación de comparecer en las comisiones de investigación sobre la Dana a las que había comprometido que acudiría. No dejará su escaño como diputado, claro, y eso le permitirá continuar como aforado, por si las moscas. Porque la dimisión de Mazón ha sido calculada y medida hasta el detalle más insignificante para que no le siga salpicando el barro donde fallecieron doscientas veintinueve personas y donde perdieron sus casas –más de dos mil viviendas-, sus negocios y su confianza tanto en el Gobierno central –que no tire la primera piedra, porque tampoco está libre de culpa-, como en la Generalitat valenciana.

Maribel, la periodista de la que Mazón decía que su presencia era «síntoma de que todo va a ir bien», declaraba entre sollozos, el pasado lunes, que no vio el vídeo que le mandaron de las inundaciones de Utiel porque pensó que era una «noticieta» de las que le manda su ex y porque «no tengo tiempo para mirar los medios». Respondió con un emoticono, sin más. La metáfora perfecta de lo que ha sido la dimisión de Mazón. Un «ya no puedo más» y listo.

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