Complemento circunstancial
Otoño caliente
Un mes de vacaciones le ha bastado a Pedro Sánchez para que el desgaste de la izquierda se evidencie, todavía más
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Iniciar sesiónDicen que la distancia es la mejor manera de viajar hacia el olvido. Una vez perdidos los referentes, el uso y la costumbre se encargan de lo demás; ya ve, usamos 'otoño caliente' para cualquier cosa, incluso para hablar de la que se avecina —según ... las cabañuelas— porque hemos olvidado aquel 'autunno caldo', la versión italiana y proletaria del mayo del 68, pijo y francés. Así que, huérfana de madre y padre, la expresión se ha hecho carne, habita entre nosotros y hablamos de otoño caliente cada vez que se acaba agosto y vienen los del calendario meteorológico —que no son los mismos que los del almanaque— a decirnos que el otoño comienza el 1 de septiembre, cosa que usted ya sabía porque la vuelta al cole ya le está costando más de lo que creía y la cesta de la compra más de lo que debería. De poco le ha servido a el paréntesis veraniego porque el calor sigue siendo el mismo y la alegría en la casa del pobre dura lo que dura.
El caso que es que nuestro presidente ha vuelto esta semana, al fin, de sus vacaciones con la agenda cargadita de frentes abiertos: la crisis migratoria, la financiación de Cataluña —y la nuestra—, la investigación judicial a Begoña Gómez, la amnistía a cuentagotas, el peligroso juego con ERC y Junts, la segunda fuga de Puigdemont, el caos ferroviario, diga lo que diga Puente, que debe coger muy pocos trenes, los presupuestos generales —que según María Jesús Montero tienen muy avanzado el esqueleto, aunque les falte el músculo y la grasa—, y la amenaza constante de un moción de censura que, en cualquier momento, puede hacer saltar por los aires el gobierno de Pedro Sánchez, y no de la mejor manera posible ni por el camino más previsible.
Suele pasar. Dicen los expertos que el mayor número de divorcios se produce al volver de las vacaciones. Que la gente no solo recarga pilas, sino que viene 'calentita' y decidida a no dejar pasar ni una. Que las cosas no se ven igual antes que después de tomar distancia; y la distancia, se lo dije al principio es el pasaporte al olvido. Un mes de vacaciones le ha bastado a Pedro Sánchez para que el desgaste de la izquierda se evidencie —todavía más— en las encuestas de intención voto. Y es que, según el sondeo de NC Report, el PSOE resistiría gracias a Sumar, pero las últimas decisiones del Gobierno, sobre todo en la cuestión catalana, no hacen más que restar votos del propio nicho socialista.
Pedro Sánchez ya no es el líder político mejor valorado por los españoles —no me cuesta creerlo—, pero hay algo todavía más interesante: quienes peor nota le dan son los que tienen entre treinta y sesenta y cuatro años, es decir, los que nos levantamos cada mañana en este país echando cuentas, los que cogemos cada día un tren para ir a trabajar, los que hace tiempo que descubrimos que la vuelta al cole es un puerto de montaña y los que sabemos que el otoño puede ser tan caliente como el verano, o más todavía.
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