Complemento circunstancial
El mito y la caverna
Sabemos que nuestros niños y niñas leen muchísimo menos de lo que dice las estadísticas
Hoy, como cada 2 de abril desde 1967, se celebra mundialmente el Día del Libro Infantil y Juvenil, una efeméride que tiene como objetivo potenciar, a través de la literatura, la imaginación, la creatividad y el lenguaje en las primeras etapas de desarrollo de los ... niños y jóvenes; que tiene como objetivo, en pocas palabras, fomentar el hábito lector como instrumento de transformación social. Parece que esto del fomento tiene mucho que ver con la comprensión lectora, algo en lo que nuestros niños y jóvenes fallan más que una escopeta de feria. No lo digo yo, claro está. Lo dicen docentes, familias y, sobre todo, lo dicen las evaluaciones a las que, periódicamente, se somete el alumnado.
Parece que los niños y los jóvenes españoles no leen. Parece, digo, pero no debe ser cierto, si tenemos en cuenta los datos del último Barómetro de Hábitos de Lectura en España, publicado hace unos meses, que rompe por completo el mito: resulta que las generaciones Z y Alpha —aquellos que tienen entre catorce y veinticuatro años— son los que más leen en nuestro país, con 75,3% que cuesta creer. Leen, por placer, diez puntos por encima de la media española y un poco por debajo de los niños de entre seis y catorce años que lo hacen en un 86% de media. A quién no le gustaría que nueve de cada diez niños —y niñas— tuvieran la lectura entre sus aficiones favoritas. Esto nos convertiría en uno de los países más avanzados del mundo.
Pero no deberíamos caer en la tentación de interpretar las sombras que se ven desde la caverna. Es cierto, ciertísimo, que la literatura infantil y juvenil —o lo que se entienda por literatura infantil y juvenil— es la que más ha crecido en España en los últimos años, se publica una media de veintiséis títulos al día con unas tiradas que rozan los cinco mil ejemplares por cada uno de ellos. Haga la prueba y dese una vuelta por cualquier librería; los libros ilustrados, de cubiertas atrayentes y títulos muy sugerentes llenan las estanterías y los padres los compran.
Esa es la verdad del Barómetro realizado por la Federación de Gremios de Editores de España, con el patrocinio de CEDRO. Se venden muchos libros infantiles y juveniles, se compran para regalo y para aparentar que se lee o, mejor dicho, que se le lee a los más pequeños de la casa. Los que estamos más cerca de la lectura y de los jóvenes sabemos que una cosa es el deseo y otra muy distinta la realidad. Y sabemos que nuestros niños y niñas leen muchísimo menos de lo que dice las estadísticas y de lo que a nosotros nos gustaría.
La mayor parte de esos libros infantiles que se venden —no que se leen— acabarán donados a la biblioteca más cercana en cuanto la habitación infantil de paso al desorden adolescente. Libros jamás usados, muchos de ellos aun con el olor de la imprenta.
Luego, diremos que nuestros niños y niñas son los que más leen. Y nos quedaremos tan anchos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete