COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Están locos estos españoles
Así que la Torre de Babel abre mañana sus puertas para que los diputados vascos, catalanes y gallegos hagan como que no entienden español
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Iniciar sesiónCon permiso de la autoridad y si nada lo impide, desde mañana podrán utilizarse en el pleno del Congreso de los Diputados las lenguas cooficiales en el territorio español, aquellas que lo son en referencia a la previsión constitucional asumida por los distintos estatutos de ... Autonomía, es decir, catalán, euskera y gallego. Porque, aunque la Constitución establece, como ya sabe, en su artículo 3 que «el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla», la Mesa del Congreso ha acordado, a iniciativa del PSOE, y con los votos de Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG que, si no queríamos caldo, tenemos tres tazas servidas.
Así que la Torre de Babel abre mañana sus puertas para que los diputados vascos, catalanes y gallegos hagan como que no entienden español y para que el resto de los diputados –que no están obligados a conocer la cooficialidad lingüística– tengan que utilizar un servicio de traducción simultánea que, además de caro, ralentizará las intervenciones en un ejercicio de duplicidad que –no hace falta que yo se lo diga– es, a todas luces, innecesario. Y eso, por no hablar de la discriminación que supone para las otras realidades lingüísticas de nuestro país –que haberlas, haylas– que por no reconocidas oficialmente, como el aragonés o el bable, sólo podrán usarse si el propio parlamentario se autotraduce utilizando el tiempo de su intervención. Maravilloso, maravilloso que decía el chiste.
«Lo previsto no ocurre jamás en España –decía el sabio Pérez Galdós– pues los españoles viven al día, sorprendidos de los sucesos». Más razón que un santo, ya ve. Esta España nuestra no deja de sorprendernos como tampoco deja de sorprender a Europa que estudiará la petición del gobierno de España en la reunión del Consejo de Asuntos Generales mañana mismo, aunque no esté muy por la labor de sumar el catalán, el euskera y el gallego a las veinticuatro lenguas que actualmente se hablan en el consejo europeo. Añadir nuestras tres lenguas cooficiales supondría traducir no sólo los tratados y documentación que se produzcan a partir de ahora, sino todo el proyecto europeo de los últimos sesenta y cinco años, con el consiguiente gasto económico y el desgaste político que llevaría añadido.
En Europa deben pensar que estamos locos. Hacemos leyes sobre papeles que se mojan al llegar a los tribunales, que producen el efecto contrario al que perseguían –que el sí es sí, no lo es tanto–, negociamos el gobierno de nuestro país con prófugos de la justicia que viven en otros países, y tenemos una vicepresidenta en funciones que, a su vez, lidera un partido distinto al partido que está en el Gobierno y del que ella –insisto– es parte implicada. Como la parte contratante de la primera parte de los hermanos Marx, pero a la española.
Así que doblamos la apuesta: si antes nos entendíamos poco en el parlamento, a partir de mañana nos vamos a entender menos. Ya sabe que no hay situación que no pueda empeorar.
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