COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Yo estoy fuerte
Dos años con los presupuestos prorrogados no serían un problema si la gente tuviese un mínimo de confianza en Pedro Sánchez
Cómo estará la cosa cuando, hasta el secretario de organización de Podemos ha señalado que la legislatura «está muerta» por la corrupción y que el presidente del Gobierno está «atrincherado» en la Moncloa, más pendiente de que el espejito mágico le diga lo bien y ... lo fuerte que está, que de sacar adelante su mandato constitucional de presentar presupuestos nacionales. Pablo Fernández lo tiene tan claro como usted y como yo —a pesar de todo— y como el 75% de los jóvenes españoles encuestados por SocioMétrica que ponen en evidencia la brecha entre el Gobierno y la gente de la calle. Al emperador le sigue gustando que el espejo le diga lo guapo y lo interesante que es, lo bien que va España y la de cosas bonitas que nos esperan, porque la legislatura «dura cuatro años» y porque si la gente no tiene pan siempre puede comer pasteles, claro.
Dos años con los presupuestos prorrogados no serían un problema si la gente tuviese un mínimo de confianza en Pedro Sánchez, incluso si sus socios la tuvieran, pero no es el caso. Los datos —los que matan al relato, como les gusta decir— son demasiado elocuentes y por mucho que tengamos los mejores datos de empleabilidad desde 2008 —que los tenemos—, y por mucho que las familias hayan aumentado su renta disponible casi un diez por ciento desde 2018 —no será la mía—, la realidad es que los españoles ya no nos fiamos del Gobierno. Solo hay que ver la intención de voto ante unas posibles elecciones; Sumar, el «motor del Gobierno», los de la marca social, los socios que nunca fallan, los de Yolanda Díaz, pasarían de treinta y uno a ocho diputados en el Congreso. Una cifra que dice mucho de lo que, realmente, piensan los españoles de la pool party de derechos sociales que lleva por bandera la vicepresidenta de Sánchez. Y eso por no hablar de la caída en picado del PSOE que no llegaría ni a cien escaños —si ahora se celebraran elecciones— menos incluso de aquellos 118 que consiguió Felipe González en las primeras elecciones democráticas de 1977.
Que el Partido Socialista esté herido de muerte se lo debe a Pedro Sánchez, que fue quien lo apuñaló por la espalda. Que la derecha esté ganando terreno sin esforzarse demasiado, se lo debe a Pedro Sánchez que lleva años allanándoles el camino. Que la mayor parte de los jóvenes españoles piensen que todos lo políticos son iguales se lo deben a Pedro Sánchez, que no tiene el más mínimo pudor en hacer lo que sea por seguir calentando la silla de presidente. Que la financiación autonómica esté creando españoles de primera y de segunda clase se lo debemos a Sánchez, que necesitaba aquellos siete votos. Que este país parezca una película de Berlanga se lo debemos a Pedro Sánchez, que está «tranquilo y fuerte» mientras que ocho de cada diez españoles están deseando que se vaya a su casa, aunque él no se de por enterado.
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