COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Por lo que se espera de nosotros
Así que escuche, presidenta, lo que verdaderamente esperamos los ciudadanos, que se vayan cuanto antes
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Iniciar sesiónUna, que en el fondo tiene un punto muy franciscano, no para de darle vueltas a la intervención de Meritxell Batet desde su púlpito parlamentario en una semana, la pasada, en la que los gritos, los insultos, las acusaciones y la —según Irene Montero— «violencia ... política» se habían hecho carne y habitaban, y campaban a sus anchas, en el Congreso de los Diputados. De nada sirvió la homilía de la presidenta de la Cámara, de nada su tono ¿conciliador?, de nada que rogase encarecidamente «una reflexión sobre la imagen que traslada a la ciudadanía», de nada que intentara imponer su legítima autoridad y de nada que pronunciase la palabra respeto «por nuestra sociedad, por lo que se espera de nosotros, señorías». Porque es ahí, quizá, donde está la cuestión más preocupante ¿qué es lo que realmente se espera de los diputados? «Bienaventurado el que nada espera», decía el santo de Asís, y mucho me temo que por ahí anda la cosa.
Mañana se cumplen cuarenta y cuatro años de aquel 6 de diciembre en el que los españoles refrendaron con su voto la Constitución Española. Una fecha que deberíamos tener en consideración —más allá de los puentes y los festivos— por lo que supuso para el Estado de Derecho español y para la construcción de nuestra sociedad. Aunque, a veces, visto lo visto, una se pregunte qué han hecho con nuestra Carta Magna los que —se supone— nos representan en el Parlamento, convertido desde hace tiempo en un patio de vecinos mal avenidos y peor encarados, solo pendientes de conservar caliente su sillón y de esconder su inoperancia detrás de la del de enfrente, con un presidente de la comunidad que no escucha, no ve, no habla y únicamente actúa para poner de manifiesto que es capaz de todo con tal de perpetuarse en el poder.
Y es que después de lo de la ley de Irene Montero y de intentar desviar el debate parlamentario centrándolo en el insulto y la descalificación —lo de la ley, al final ¿en qué quedó?— , el asunto de la derogación del delito de sedición, además de la nocturnidad y la alevosía con la que se ha llevado a cabo, atenta contra la fortaleza de nuestra Constitución, contra el Estado de Derecho que nos garantiza la igualdad y la justicia a todos los españoles. Es muy triste reconocerlo, pero la manera de abordar estas medidas por el Ejecutivo de Sánchez es el ejemplo más claro de que de las Cortes Españolas y de su representatividad se espera bien poco.
El espectáculo bochornoso —otro más— de nuestros representantes públicos en las últimas semanas contrasta con el respeto y el orgullo con el que, cada año por estas fechas, miles de españoles cruzan la puerta de los Leones del Palacio del Congreso para conmemorar nuestra Constitución. La democracia, les decía Batet el pasado viernes a los primeros visitantes «es hablar, pero también escuchar».
Así que escuche, presidenta, lo que verdaderamente esperamos los ciudadanos, que se vayan cuanto antes, que de ustedes ya no esperamos nada.
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