COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Cuando el sí es no

Es lo que pasa cuando a la razón le entra sueño, que produce monstruos

Algún día nos explicarán, espero, si el fracaso de la ley de Montero y Belarra –ya, evidentemente, no podemos llamarla de otra manera– ha estado en el fondo o en la forma. Me niego a pensar que nadie, en su sano juicio, sea capaz de ... pedirle al lobo que le acompañe a visitar a la abuelita, no sé si me explico. Legislar para proteger a las víctimas de violencia machista y obtener como resultado la rebaja de más de tres mil condenas a agresores sexuales es, como poco, de no estar muy bien de la cabeza; por eso, no sé si el pecado de la ley del 'sólo sí es sí' está en el contenido –nos la vendieron como la vanguardia de la defensa de la integridad sexual de las mujeres– o, en la forma, en las formas utilizadas para la redacción de un texto que solo ha beneficiado a los verdugos. Tampoco sé si rectificar, a estas alturas, es de sabios o es un síntoma de desesperación ante las próximas elecciones, pero el caso es que el gobierno de Sánchez –sin Sánchez, todo hay que decirlo– ha dejado a Montero y Belarra solas. «El feminismo que tiene los pies en la tierra –ha dicho Carmen Calvo– rectifica y está en el lugar que tiene que estar», es decir, intentando echarle un poco de sentido común a la empanada mental de sus, hasta ahora, socios de gobierno.

Algún día nos explicarán, espero, por qué Yolanda Díaz sale en los guisos de Tezanos como la política más conocida y reconocida por los españoles, y la que mayor interés despierta a nivel electoral, situando a Sumar por encima de Podemos –eso no me extraña, la verdad– y arañándole votos, al menos en intención, al partido del Gobierno, el que la puso en el sillón de la vicepresidencia, y al que ella no ha dudado en tachar de machista y de patriarcal. Es lo que pasa cuando a la razón le entra sueño, que produce monstruos. Monstruos que son capaces de devorarse unos a otros con tal de conseguir un rédito electoral y que se ponen como los Gremlins cuando comen a media noche, en cuanto ven que la aguja se marea un poco. Y la aguja, usted lo sabe, ya está mareada, y mucho más que lo va a estar de aquí a las Elecciones Generales. Porque lo de ahora, lo del 28M es sólo un ensayo de lo que puede pasar antes de final de año.

Lo que hemos visto en el Parlamento, ese «vamos a entendernos» de PSOE y PP –aunque unos y otros ahora lo nieguen– para modificar la ley de Montero y Belarra, tiene muchos más significados que significantes. La esquizofrenia socialista, que es capaz de votar sí, no y no sabe o no contesta, a la vez, la inmadurez de las ministras moradas que casi se echan a llorar por haber perdido el juego tras la votación, el nerviosismo de las mujeres socialistas que no saben si la sororidad les va a durar hasta fin de año, el aplauso hipócrita de la eternamente Yolanda Díaz que anda como Nomi Malone –siempre hay alguien más joven y con más hambre detrás de ti en las escaleras– pensando en el resultado electoral…

El sí es sí ha acabado siendo un no, a pesar de Pedro Sánchez, que para que no sigamos hablando de su nefasto gobierno, saca hoy a Primo de Rivera del Valle de los Caídos. Para que tengamos de qué hablar.

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