COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Los que avisan

Tenía razón Puigdemont, este otoño van a pasar cosas que nunca han pasado

Puigdemont lo había avisado y, en esta ocasión, parecía que no se iba a cumplir el refrán. Fue en agosto cuando dijo que en otoño «van a pasar cosas que no han pasado nunca hasta ahora». Un mensaje que pasó un poco desapercibido, como las ... lágrimas en la lluvia de Roy Batty en 'Blade Runner', pero que ha cobrado sentido esta semana, cuando el líder de Junts decidió escenificar el cese temporal de su convivencia con el hombre que lo amnistió -o sea, Pedro Sánchez- y movilizar a las bases de su partido para romper sus relaciones con el Gobierno. «Ha llegado la hora del cambio», fue la advertencia del pasado lunes desde Perpignan, antes de convocar una consulta entre su militancia, para refrendar la decisión de coger las de Villadiego y colocar al gobierno de Sánchez entre las cuerdas, con un bloqueo parlamentario que pondría en peligro la aprobación de los presupuestos y que dejaría al presidente en una situación aún más difícil de la que ya tiene, que ya es difícil.

Así las cosas, a Puigdemont es arriesgado otorgarle alguna credibilidad. Su intrepretación en la rueda de prensa posterior al bombazo —¿bombazo?—, recordaba a aquellas cosas del procés y de los palos y El segadors y todas aquellas amenazas que duraban «ocho segundos», como ha destacado el secretario general del PP en Cataluña. Mucho ruido y pocas nueces, que ya nos sabemos el «relato»: la culpa siempre es nuestra, la pérdida de recursos para los catalanes en comparación con lo que generan, la incapacidad del valor fiscal, la pésima cultura burocrática, la desinversión crónica, el mal funcionamiento de los servicios públicos estatales y —en definitiva— la falta de voluntad de Sánchez para cumplir con lo pactado. Nada nuevo bajo el sol, «todos los problemas los podemos encontrar en la dependencia de España», concluyó el expresident, «pasada la primera mitad de la legislatura, hemos de constatar que no hay confianza suficiente». En esto lleva razón, quizá en lo único que la lleva: hace mucho que nadie puede confiar en el gobierno de Sánchez, en ese «gobierno de corrupción» que el subconsciente de Yolanda Díaz definió a la perfección.

A ver ahora qué hacen los confiados chicos de Sánchez, los que aun ven un margen para el entendimiento con Junts y para el diálogo, los que siguen viviendo en los mundos de Yupi y pensando que los mayores problemas de nuestro país son Trump o Palestina. Los que firmaron un pacto con el diablo en el que España no tenía cabida. Puigdemont, al final, avisa y no es traidor: «Si a Cataluña le beneficia, hablaremos. Si no, hasta luego». No hay más, y nunca hubo más. Y todos lo sabíamos.

Tenía razón Puigdemont, este otoño van a pasar cosas que nunca han pasado. Y Pedro Sánchez tendrá que responder ante la ciudadanía sobre cómo piensa continuar con un gobierno malherido que se deshilacha por todas las costuras. Lo llamaron «gobierno Frankenstein» sin pensar que el monstruo de Mary Shelley terminó causando el suicidio de su creador. Avisado está Pedro Sánchez.

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