Complemento circunstancial
Esto es todo, amigos
Por la mañana, los cuplés del caso Koldo y por la tarde el popurrí de la OTAN, de la ONU y del sexo de los ángeles
Susana Díaz, que debe estar muy cabreada pero no lo dice —por lo que pueda pasar— citaba el otro día al Victor Hugo de 'Los miserables'—parece un chiste, pero no— tras el comité federal del PSOE: «El futuro tiene muchos nombres y yo estaré ... en los valientes». No era literal la cita, pero no iba muy descaminada porque la cita textual decía que para los valientes, el futuro es una oportunidad. Y aunque estamos acostumbrados a que Pedro Sánchez haya sobrevivido a todos los futuros posibles y en todos los escenarios posibles, parece que esta vez sí tiene los días contados. Esto no da más de sí. Ni siquiera comparecer «con el corazón tocado» le ha servido para reconciliarse con una militancia cansada y náufraga, a la que las palabras del líder «Es hora de mostrarle a la ciudadanía de qué estamos hechos los socialistas» le producía más vergüenza, incluso, que rechazo. Porque si, efectivamente, este gobierno está mostrando a la ciudadanía de qué están hechos los socialista, es la hora de abandonar el barco, de poner en práctica lo de «recoge y vámonos».
Las trece medidas presentadas en el congreso del PSOE, que serán debatidas hoy mismo en el parlamento, no convencen a nadie, ni siquiera a los socios de gobierno que, dicho sea de paso, están en la misma tesitura que el partido del Gobierno porque, si rompen el pacto se quedan fuera y si no lo rompen se reivindican como cómplices necesarios de esta debacle. Así que el espectáculo de la comparecencia del presidente del Gobierno, durante el día de hoy, está garantizado. A las supuestas medidas que llevará Pedro Sánchez, la eternamente Yolanda suma el debate sobre la retribución del permiso parental, tal vez por aquello de que son el gobierno más social y esas cosas que siempre dicen y ni ellos mismos se creen. Por la mañana, los cuplés del caso Koldo y por la tarde el popurrí —o porrusalda que diría el PNV— de la OTAN, de la ONU y del sexo de los ángeles.
A Sánchez ya no le sirve el argumento de la «tremenda irresponsabilidad» que sería convocar elecciones en este momento y entregar el Gobierno a la derecha. Lo de la superioridad moral que exhibían por ser socialistas ya no se lo compra nadie y cuanto más tiempo pase más cotizará el descrédito del PSOE en las urnas. El poder, dicen, nubla el entendimiento de quien lo ejerce, y Pedro Sánchez lo traía nublado de su casa, del tiempo en el que sus palmeros rellenaban, con la misma letra, —hay que ser torpe— las nuevas afiliaciones en el partido e iban, de pueblo en pueblo, presentando al líder: «he visto militantes llorar al paso de Pedro Sánchez», decía Santos Cerdán en aquellos —no tan lejanos— tiempos.
Ahora, incluso, llorarían más los militantes del partido socialista. Pero de pena y de impotencia. De rabia y de vergüenza. De bochorno y de amargura, de ver en lo que se ha convertido el PSOE con Pedro Sánchez.
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