No nI ná
No toquéis Sevilla
Hay cuestiones trascendentales que sabe defender el pueblo más sabio que puedas echarte a Su cara
Que nadie toque a Sevilla. Que nadie la corrija o la maquille. Que la dejen ennegrecer con la pátina del tiempo y la del infortunio, con su belleza inalterable, en su nobleza sureña, con su ropa tendida y su cita en Psiquiatría. Dejad en paz ... a Sevilla los que nunca podréis comprenderla, los que reniegan, los que la teméis por inalcanzable. Indómita ciudad de adoquín y cielo. Dejadle el colorete de las modas, las lágrimas del hambre, las perlas sobre el cuello. Dejad su mugre y su romero, su olor con sobrepeso, su sangre bien cuajada bajo el manto dorado del albero.
Sevilla es un callejón que va del cielo a la tragedia. Siempre está a dos pasos de la gloria y a otro tanto del infierno. Por eso es tan de los que esperan, porque lo que te falta siempre puede aparecer detrás de una esquina, aunque tu vida sean las siete revueltas. El domingo, en un simple paseo matinal de este junio de calores, sorteando turistas del Museo a la Macarena, podrían haber desfallecido filósofos, teólogos y antropólogos intentado descifrar su gran misterio. Caminando desde el Corpus de chaqué, tan magdaleno, tan peinado, tan redondo, tan de Dios y tan perfecto, hasta los contenedores revueltos por los estómagos vacíos de la calle ancha que lleva al Arco, Sevilla iba pensando en sí misma. Pasando por la morada eternidad de San Lorenzo y la Alameda, que es la jaula de sus grillos, Sevilla era un sobresalto. El itinerario del día lo marcó la angustia en el ambiente, la portada de tres caras del ABC, el dolor de las voces de bronce por la radio, el fuego de las redes… No había otra cosa de la que hablar en Sevilla, en la orilla de Matalascañas o en cualquier lugar del mundo conectado donde hubiera un sevillano: «Se han cargado a la Macarena».
Aunque Sevilla pertenezca al mundo de las guerras, al país de los corruptos, a la región de los parados y sea sede de la próxima cumbre de la ONU, una inquietud ha superado a todas las urgencias: ¿Qué le han hecho a la Macarena? Por eso pidió respuesta en la sala del quirófano, pestañeando ante las pestañas. Hemos estado a un repique de la revuelta por una imprudencia de lesa sevillanía. La Macarena tiene tantas caras como plegarias pero si Sevilla no la reconoce nos enfrentamos a una orfandad insuperable. Y va a exigir que regrese al abril de sus diecinueve años. Hay cuestiones trascendentales que sabe defender el pueblo más sabio que puedas echarte a Su cara. Eso explica que perdure lo esencial en la ciudad más novelera. Comprendo que te extrañe, pero somos lo que amamos. Sevilla es el renglón torcido en el que Dios dejó escrito con mayúscula la palabra 'esperanza' y nada puede haber más importante que la certeza de saberse elegida. Por eso Sevilla es feliz en su humana imperfección, en su marcada asimetría, pero no negocia que la retoquen o la reinventen, porque todo lo tiene aunque tanto le falte. Y si no lo entiendes, esta ciudad tan llana se te va a hacer muy cuesta arriba.
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