ojo de halcón
El papelón del Partit dels Socialistes de Andalusia
Ha gobernado 37 años en Andalucía y nunca consideró que hubiera que pedir estas competencias
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Iniciar sesiónESTABA descontado que para el PSOE no sería fácil la dualidad de María Jesús Montero, con sus servidumbres sanchistas… pero todo es, demasiado rápido, mucho peor de lo previsible. Ante la última cesión vergonzante pactada con Puigdemont, el mensaje de los socialistas andaluces ha sido ... crítico, pero, eso sí, crítico contra Juanma Moreno, al que retan a que haga él lo mismo que Puigdemont. Qué cosas. Lejos de reaccionar no ya como Page, que se declara abochornado al ver las siglas de su partido en un mercadeo de tintes xenófobos, parecen incapaces de marcar distancias con Moncloa con un discurso propio. Por el contrario, han vuelto a actuar como primera línea de cheerleaders del sanchismo. Y pretenden justificarse como si aquí fuera el Gobierno andaluz el que se sale del guion violentando la cohesión territorial: «Siempre hay un muro, porque al Gobierno de Andalucía no le interesan estos temas». ¿De verdad, esto es lo que le merece el pacto puigdemoníaco al socialismo andaluz?
El PSOE, sí, ha tenido la ocurrencia de tratar de poner bajo sospecha a la Junta de Andalucía por no aspirar a una policía autonómica: «cuando se habla de solicitar más competencias, no hay voluntad». Lo fascinante es el impudor, porque el PSOE andaluz ha gobernado 37 años en Andalucía y nunca consideró que hubiera que solicitar estas competencias. Y no sería por falta de tiempo. Cuando Euskadi decidió crear su policía autonómica vasca, en 1982, y un año después Cataluña se sumó con los Mossos d'Esquadra, allá por 1983, Andalucía entendió que era innecesario crear un cuerpo autonómico. Y lo mismo en la década posterior, coincidiendo con las inversiones para la Expo, o en la primera década del siglo XXI, con la expansión en los años de la burbuja, y ni siquiera en la última espiral. Pero de repente ahora, cuarenta años después de que lo hicieran País Vasco y Cataluña, les parece que resulta escandalosamente antiautonomista por parte del PP no abrir ese melón.
El mensaje de la nueva portavoz socialista es de traca: «En la Policía autonómica y en el desarrollo de nuestras competencias, el Partido Socialista, con independencia de lo que hayamos hecho antes, cuando gobernábamos, nos hemos encontrado realmente que no hay voluntad por parte del Gobierno de la Junta de Andalucía». Es fantástico eso de «con independencia de lo que hayamos hecho antes, cuando gobernábamos». El descaro a calzón quitado. Les importa una higa actuar con absoluta incoherencia con respeto a su propia trayectoria, desentendiéndose de lo que ellos hicieron en esas cuatro décadas para exigir lo contrario al actual Gobierno andaluz.
Es obvio que se trataba de una milonga hueca, un camelo de tres al cuarto para tratar de desviar la atención contra el Gobierno andaluz para seguir tapando las vergüenzas del sanchismo, atados como están a los intereses particulares de María Jesús Montero como lugarteniente de Sánchez en el puente de mando. Horas después, la joven portavoz socialista, una política prometedora con buenas dotes para brillar, se tenía que estrenar en el Parlamento con un canto mesiánico embarazoso: «Gracias a mi partido y a quien lo dirige, a una mujer de mujeres, a la andaluza mejor situada en el tablero político de este país…». El PSOE andaluz va camino de ser un club de fans de Marisú. Tanto que el presidente andaluz tiró de ironía para desearle suerte en el papelón de tener que ejercer de tapadera de esa líder prodigiosa que efectivamente está más a los intereses de Sánchez que de Andalucía, dejando al socialismo andaluz sin autonomía para desplegar un discurso propio. No hablan por los andaluces, sino por ella.
Que el Partido Socialista haya sido más entusiasta que el PSC sobre lo pactado con Puigdemont es la última broma macabra del Monterato. Parecen el 'Partit del Socialistes de Andalusia'. La propia Montero ha elogiado el entendimiento virtuoso con la Generalitat, falseando incluso lo más obvio: el pacto no se ha firmado con la Generalitat sino con Junts, esto es, negociado con un prófugo de la Justicia fuera de España bajo los auspicios de un mediador salvadoreño. Es otro pago por sostenerse en el poder. Todo lo demás es propaganda.
Y el problema para el PSOE andaluz es que el sanchismo tiene fecha de caducidad, pero ellos están dilapidando su patrimonio histórico como contrapeso de los nacionalismos de Cataluña y País Vasco para convertirse en su muleta y además sin beneficio, sólo a mayor gloria de la gran jefa. Ya ha sido bastante indecorosa la campañita para justificar una quita de deuda a su medida (hay que seguir insistiendo en que el PSOE andaluz, como con la policía autonómica, antes de verse forzado a defender las virtudes de la quita defendía exactamente lo contrario, exigiendo que no se desvinculara de la financiación, algo que supone que Montero en realidad dé a Cataluña un 87% más de lo que debería, y a las comunidades peor financiadas como Andalucía, entre un 15% y un 40% menos de lo que merecen) pero el entusiasmo del socialismo andaluz apoyando el pacto de tintes xenófobos con Junts no tiene un pase. Han sido incapaces de desmarcarse de un marco descaradamente xenófobo que puede afectar a medio millón de andaluces, con los que hay allí una larga tradición de desdén clasista. Ese nacionalismo se ha nutrido intelectualmente de tipos como Pujol que escribió que el andaluz «es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual». Y ahí están ellos, aplaudiendo.
Y lo que se viene será peor. La próxima estación de penitencia es la financiación singular para Cataluña. Ya está firmada, y además por la propia gran jefa. Ese cupo va a afectar, sí o sí, a la solidaridad territorial, y Andalucía saldrá mal parada. Pero a estas alturas ya nadie puede albergar la menor esperanza de que el PSOE andaluz sume con las demás fuerzas para tratar de frenar esa tropelía. Con lo que han tragado, ya no hay vuelta atrás. Han unido su suerte a los intereses de Montero.
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