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Ojo de halcón

Papagorda de la política… perdiendo el tren

Si ha habido un tipo estelar en este #PapagordaPolítica es Óscar Puente, que estos días ha vuelto a reclamar su cuota de protagonismo

Teodoro León Gross

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Hay cosas que convertidas en un espectáculo adquieren, inevitablemente, los claroscuros de un aguafuerte de la estupidez. Como esas grabaciones que reproducen a chicos que vuelven de la Feria, remontando la alta madrugada o incluso heridos por el primer sol, dando tumbos como cajón por ... acequia. O una muchacha al borde de desplomarse entre los volantes de su traje de gitana con la desarmada flacidez de los encajes. O ese tipo de mediana edad que parece buscar asideros en el vacío donde apoyarse. En fin, beber es consustancial con la Feria; y beber demasiado es consustancial con la pésima fiabilidad de los cálculos de resistencia hechos ya con algunas copas encima. Un riesgo que no desaparece con la juventud. Al real, por demás, no se va a buscar calma para pasear debatiendo sobre la naturaleza humana como Aristóteles en el jardín del templo de Apolo Licio, sino a vivir la fiesta intensamente, con una resistencia de horas que en muchos casos requiere del dopaje de un fino fugazmente en su punto de frío o la insoportable levedad del rebujito. Es fácil pasarse de frenada y exponerse a la exhibición impúdica de esos regresos ebrios a casa en caída libre como juego en las redes sociales con la etiqueta #Papagorda. Parafraseando a Umberto Eco, los smartphones no son máquinas inteligentes que mejoran a los estúpidos, sino máquinas estúpidas que sólo mejoran en manos inteligentes. Hay quien ve un incendio y hace una foto para su Instagram, incluso un selfi, antes que una llamada a los bomberos.

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