ojo de halcón
La hora estelar de los pirómanos políticos
El juego de las sospechas insidiosas sin pruebas es una irresponsabilidad y siembra desconfianza en la sanidad
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Iniciar sesiónEn el PSOE, y en toda la oposición, tienen una certeza clara, la misma que le dijo Zapatero a Gabilondo en una precampaña, cazados con los micros abiertos: «Nos conviene que haya tensión». Es la consigna: tensión. Hay que regar con gasolina el incendio extendido ... por la crisis de los cribados, mientras Juanma Moreno recorre Andalucía como un viejo predicador del far west con su 'Manual de convivencia' para la evangelización imposible del diálogo sereno. La oposición necesita proyectar un clima de degradación institucional, de crispación social, de alta tensión, para transmitir que el oasis andaluz del juanmismo era sólo un espejismo detrás del cual las cosas no van bien. Y en el PP se equivocarán (y son muy de equivocarse con estas cosas) si creen que la púrpura institucional es una barrera de protección. Ni los sondeos ni las mayorías frenan una campaña brillante de agit-prop.
En el PSOE son muy buenos haciendo esto. Sin duda, los mejores. Tienen escuela y fichan talento. Embarrar el campo es una vieja técnica que usan los entrenadores, cuando se sienten en inferioridad, para equilibrar las fuerzas neutralizando la finura técnica. Aquello de Maguregui o de Clemente. Y ese es el plan. Esta semana ya pudieron comprobarlo en el pleno del Parlamento. Este jueves tocaba sesión de control, y era el momento de impedir que el titular del día lo diese Juanma Moreno, así que llegaron desde primera hora decididos a embarrar el campo e incendiar la sesión para dar una imagen. Primero, mientras intervenía Sanz explicando que Sánchez había mentido el día anterior con los datos en el Congreso sobre la sanidad andaluza, la privatización o las listas de espera («Somos la comunidad autónoma que más ha recortado las listas…») la bancada del PSOE le reventaba el respeto del salón de plenos y tuvo que intervenir la presidencia de la cámara; poco después se convocó una manifestación irregular de ocho bomberos en el patio, que tuvieron que ser desalojados por la presidencia de la cámara con otra bronca; y después llegaba el turno de preguntas al presidente, y la portavoz socialista enfangaba el debate con frases tipo «no necesitan gobernar con Vox para ser tan fachas» o «no le tenemos miedo ni a usted ni a sus matones» para ganarse el eco de las redes. De eso se tratar: alimentar la tensión, forzar un clima de crispación, un tono enfurecido de degradación en la conversación pública. Va de suyo que ningún presidente escapa a descontentos y protestas, pero esto es otra cosa. Ya sea Amama sembrando dudas sin datos o TVE entrevistando a una liberada sindical ex cocinera del SAS como si fuera una sanitaria, va a haber gasolina por doquier. Sin miramientos.
Parafraseando aquel libro de Pavel Kohout, es la hora estelar de los pirómanos políticos. Y hay fuegos de sexta generación, como se ha aprendido este mismo verano, muy difíciles de apagar. También en política.
Juego sucio
El Ministerio de Hacienda oculta datos relevantes a Andalucía para sus presupuestos, según sospechan en la Junta. Es previsible que Hacienda haya manipulado la información que remite a Andalucía. La Junta se teme que María Jesús Montero esté dando instrucciones para perjudicar al Gobierno andaluz… aclaremos rápido que estos mensajes anteriores son falsos, pero es exactamente lo que hace María Jesús Montero con la Sanidad andaluza al sugerir que desconfía de la información que proporciona la Junta y que los casos conocidos «son solo la punta del iceberg». El juego de las sospechas insidiosas sin pruebas es una irresponsabilidad que está sembrando la desconfianza en la sanidad (del grave error en un equipo del Virgen del Rocío a sostener que la sanidad «está en riesgo») con el peligro de inocular miedo y retraer a los enfermos, sólo por rascar algunos votos. Y probablemente ni siquiera para rascar votos para el PSOE, que sigue en la UCI por decirlo en términos sanitarios, sino para nutrir a Vox.
Y en todo esto tiene un papel cada más ensombrecido Amama, no ya por sus elogios entusiastas hacia la candidata socialista sino por su rechazo a los gestos de colaboración de la Junta, a la que acusan de «violencia institucional» sembrando, efectivamente, dudas de que el Gobierno andaluz esté dando datos falsos. Desde el SAS, ya con cierto hartazgo, han replicado a la presidenta de la asociación acusándola de difundir cifras «no verificadas» y le dan un plazo máximo de diez días para facilitar «toda la información, documentación o testimonios…». Toca retratarse. Amama no puede estar bajo sospecha de estar enredándose en el terreno embarrado del politiqueo.
Solos
En las literaturas mediáticas de acompañamiento de la crisis sanitaria, que como las meigas 'haberlas, haylas', se repite un titular recurrente: «El PP se queda solo»... ¡Pues claro que el PP va a quedarse siempre o casi siempre solo! Lógico, puesto que todos los demás partidos forman parte de la oposición. Al contar con mayoría absoluta, el PP no tiene ni socios ni aliados, sólo rivales de la oposición. Y éstos, como es natural, se le oponen. En definitiva, no se queda solo, sino que está solo en el Gobierno, que es distinto, y por cierto ese 'solo' es poco solo, ya que representan a una mayoría clara de andaluces expresada democráticamente en las urnas. Los que están más solos, en definitiva, son los otros en sus minorías que le impiden sacar adelante enmiendas o iniciativas.
La gira de Juanma
Las protestas en la calle amilanan a los presidentes. Sánchez hace tiempo que dejó de salir al exterior si no le preparan un escenario favorable. Y más tras lo de Paiporta. El presidente andaluz ha disfrutado durante años de un sosiego inusual pero este año electoral va a ser muy diferente. Habrá más protestas y también encerronas. Pero encastillarse sería un error, porque eso es sencillamente normal. En la última presentación de la tournée del 'Manual de convivencia' le esperaban ocho o nueve personas para protestar por una tala de árboles. ¡Qué menos! Si no estuvieran ahí, casi debería contratarlos el PP como extras. Un presidente sin quejas es una anomalía. Y es mejor ir de cara sin engañarse con la embriaguez del poder de la que él mismo hablaba en ese acto. El culto al líder siempre es una amenaza… para el líder.
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