ojo de halcón
Una de las dos Andalucías ha de helarte...
El Gobierno financia la aritmética del poder en Cataluña y Euskadi a cuenta de los demás
Estaría bien que Juan Espadas e Inma Nieto salieran de su rol entusiasta de delegados del Gobierno
Sevilla
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Iniciar sesiónEn bucle, aunque algunos se entretengan con los dimes y diretes del regreso de Elías Bendodo. Otra semana más parece que toca elegir, en bucle, si estamos indignadísimos con las listas de espera o con los privilegios que Sánchez da a Cataluña y País Vasco ... amenazando la igualdad de los españoles. No acaban de entender que un ciudadano lo normal es que se indigne con ambas, al menos un ciudadano no aquejado de aquello que Ortega llamó «hemiplejía moral» por ver la realidad sólo con la parte izquierda o derecha del cerebro al tener la otra paralizada. Las consignas de los partidos están muy bien para sus filas uniformadas, pero pueden llegar a ofender a la inteligencia.
Hay un millón de andaluces en las listas de espera para ser intervenidos o para que les vea el especialista. ¿Alguien de verdad espera que su indignación se redirija a la quita de deuda del FLA negociada con Esquerra?
Hay varios millones de andaluces que ven cómo el Gobierno financia la aritmética del poder en Cataluña y Euskadi a cuenta de los demás territorios. ¿Alguien cree que van a calmarlos con la milonga de que el Gobierno andaluz está privatizando la sanidad?
La mala noticia es que están convencidos de que puede funcionar, e incluso que funcione. Estos días hay muchos que confiesan que la amnistía supone un desastre pero sería peor un Gobierno de la derecha. Fin del problema para ellos. La inconstitucionalidad, el Estado de derecho, el lawfare y los delitos de terrorismo... Todo eso se da por bueno a cambio del gustazo de ver a los adversarios odiados fuera del poder. Es la ventaja del moralismo sobre el que advierte Jonathan Haidt: si los otros son el Mal, los tuyos te sitúan a ti en el lado correcto de la Historia. Así es como el tribalismo va a más. Y la partitocracia trabaja a destajo para tensar la confrontación frentista –no les importa que debilite a la nación si los fortalece electoralmente– con más gresca visceral y descalificación del contrario. Incluso el Parlamento andaluz, que parecía una isla de buenas maneras, tiende a corral de tragicomedias. Y algunos días a patio de recreo en el frenopático.
La confrontación no puede posponer que Juanma Moreno y su Gobierno den la cara por la Sanidad. No se trata de repetir que el presupuesto en Sanidad roza los 15.000 millones, uno de cada tres euros, y es casi el doble que al llegar en 2018; o que la plantilla frisa los 120.000, un 18% más que en 2018; y hay 2000 camas más, una cuarta parte de UCI... La explicación es sobre un millón de andaluces en lista de espera. ¿No puede ir mejor? Si es eso, tengan el coraje de decirlo. ¿Sí puede ir mejor? Pues nos deben la explicación. Tal vez un debate general sea inapropiado, pero el mensaje de que ese debate «crea alarma» es absurdo. Lo que crea alarma es semejante argumento. O ese otro de que la sanidad va mal porque funciona muy bien. Resulta absurdo, casi tanto como el eslogan de la izquierda de la privatización de la Sanidad. ¿No ven que hacen relatos que se contradicen con los datos? Entretanto, estaría bien que Juan Espadas e Inma Nieto salieran de su rol entusiasta de delegados del Gobierno, aplaudiendo como grupis adolescentes cada gesto de sus líderes, anteponiendo los intereses del partido a los intereses de los andaluces.
El maniqueísmo, edulcorado con el atrezzo del bazar ideológico, es tramposo. Un ciudadano no tiene que elegir amnistía o listas de espera; no la deuda del FLA o la climatización de los colegios; no los fondos ferroviarios para Cataluña o las cifras de pobreza; no la seguridad social del País Vasco o que la Dependencia... En definitiva, cuando Ortega hablaba de la hemiplejía moral en el prólogo a la versión francesa de 'La rebelión de las masas', en mayo de 1937, aclaraba que esa forma de ser de izquierdas, como de derechas, es «una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil».
Pero otra semana más esto es lo que se ofrece: unos creen que debemos estar muy indignados con las listas de espera y otros con los privilegios territoriales a Cataluña y País Vasco. Y además creen que debemos estar indignados sólo con una cosa o con la otra, como si una de las dos Andalucías tuviera que helarte el corazón.
Elías no vuelve
Dos corrientes han colisionado esta semana, provocando una tormenta previsible: los nervios en Génova con el Clan Gallego gallegueando ante los relevos en la dirección del PP y la agitación en Andalucía cuando aparece el nombre de Elías Bendodo. Si a eso se le une el hermetismo de Feijóo, dejando pista libre a las intoxicaciones a gusto de unos y otros, pues ya estaría. Eso sí, los albertistas advierten que no habrá revolución, con una definición sencilla sobre Feijóo, el jefe: cambia poco, piensa mucho, consulta bastante... decide solo. Claro que esta vez las decisiones, tras el fiasco del 23J y su tentativa de ser investido, no son menores: nombrar portavoces y reordenar Génova. En el Senado se acabará con la interinidad de Arenas, pero el plato fuerte será el Congreso donde las apuestas oscilan entre Semper, Tellado, González Pons, Funes y un tapado, aunque el protagonismo será para el propio Feijóo. Y todo apunta a que desaparece la coordinación general que ocupa Bendodo.
La estructura del PP es simple: Presidencia, Secretaría General y siete vicesecretarías, entre las que se incluyen Organización y Política Territorial. El cargo de coordinador general se utiliza como complemento de la Secretaría General cuando su responsable está en otras funciones: ya sea en el Gobierno como ministro, que no es el caso, o en el Congreso, como sí sucedía con Cuca Gamarra. Una vez confirmado por Feijóo que ella regresa a la Secretaría General a tiempo completo, para desencanto de quienes esperaban un cambio real de ciclo, se solaparían las funciones con Bendodo; y por eso, se especula, con lógica, que se le puede mover a una vicesecretaría. Y Política Territorial es una hipótesis coherente por dos razones: de un lado, está vacante porque Pedro Rollán se ha ido a la presidencia del Senado; y de otro, porque el PP tiene un enorme poder territorial en esta legislatura, y la coordinación de los barones será crucial, sobre todo después del espectáculo de la precampaña de julio. Ahí hay un agujero. Entretanto, sólo hay hipótesis e intoxicaciones.
Lo que se da por seguro en San Telmo y en Génova es que Elías Bendodo no regresa a Andalucía. Alguna vez ha dicho Bendodo, después de marcharse a Madrid tras la victoria con mayoría absoluta, que hay que irse precisamente al ganar la Champions. Lo que vaya a suceder no se sabe; pero la vuelta a Andalucía, como ha dicho el propio presidente, no está en los planes de nadie.
Eso sí, como comentaba estos días uno de los hombres fuertes del PP andaluz, «a ver si dejamos estas cosas, y nos preocupamos de lo que realmente importa». Como las listas de espera, sin ir más lejos.
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