Desde la cornisa
Inmigrantes y miopía política
Detrás de tanto ruido inútil está en juego el presente de 4.000 niños y adolescentes sin padres
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Iniciar sesiónEl coso político no se detiene y ya hay en liza una nueva presa que se disputan los adversarios, quienes en esta ocasión están evidenciando una carestía absoluta de humanidad y una miopía peligrosa. Hablamos de los menores inmigrantes y el reparto aprobado para distribuirlos ... por el territorio nacional. Detrás de tanto ruido inútil está en juego el presente de 4.000 niños y adolescentes que llegaron a este país sin sus padres. Un estado decente sólo tiene un camino: atenderlos; y si sus dirigentes son inteligentes y ven más allá del rédito electoral próximo, deben posibilitarles un futuro lo más alejado posible de la marginalidad. Limitarse a dar un techo en un centro de acogida para después desentenderse, es abonar el terreno para que en un futuro estos pequeños inmigrantes sean presa fácil de la delincuencia que acecha para atrapar a los más vulnerables. Y no, las expulsiones masivas como algún lumbrera de VOX ha vendido no son viables. Así que toca remangarse y buscar la oportunidad donde otros solo ven problemas irresolubles.
No, no debe ser fácil invertir en jóvenes sin referencias que vienen con una mano por delante y otra por detrás; pero hacer lo contrario es un fracaso demostrado. La pelea política se centra en el reparto cuantitativo, como si en lugar de personas estuviéramos hablando de mercancía. Los mismos criterios establecidos para enviar a niños a un lado y a otro tienen un pufo pestilente de intercambio de cromos para seguir gobernando al precio que sea. Negarle la consideración de frontera a Andalucía, que lleva décadas sufriendo las consecuencias de su vecindad con África, es un desagravio que sólo se explica porque quien ocupa San Telmo no es de la cuerda. Recuerdo e insisto, que seguimos hablando de niños pobres.
La falta de acuerdo entre comunidades para ayudar a Canarias, receptora de un éxodo masivo migratorio, es también un ejercicio insolidario que nada ayuda a la necesaria unidad de España. No sólo Puigdemont y los suyos sabotean el pegamento que nos debe unir a todos los españoles. Los canarios necesitan de la ayuda del resto de España como el sur de Europa ha necesitado en no pocas ocasiones que la inmigración fuera una cuestión compartida por todos los estados miembros.
Mientras seguimos en la batalla estéril, la realidad del día a día prosigue su camino sin que se intervenga en ella. A muchos de estos menores se les pierde la pista en los mismos centros de acogida porque huyen donde no les impongan reglas. Nadie los cuida, los vigila y a nadie les importa. Crecen al margen del sistema y sintiéndose hostiles en un país donde no ven futuro. Es el caldo de cultivo que cimienta los guetos que acaban amenazando la convivencia de un país, si no se actúa a tiempo.
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